Una sentencia sinónimo de corrupción, mafias, muerte y política

Claudia-Fernanda-Gil-Lozano-WebAyer por la tarde, estaba atenta a la lectura del fallo del caso Marita Verón en Tucumán, cuando por segunda vez se avisaba que se demoraba su lectura. Sinceramente, comencé a darme cuenta que estaba todo  muy mal. Después el país entero escuchó la absolución de 13 delincuentes,  que si bien no son los peces gordos de esta causa, sí son la punta de un iceberg enorme de corrupción sumergido en las aguas de un poder político, corrupto y feudal de una provincia argentina.

A la triste sentencia se sumaron luego los dichos de la esposa del gobernador, Beatriz Rojkes de Alperovich, que es la tercera en la sucesión presidencial, es decir estamos ante el núcleo profundo del poder nacional.

Es inevitable recordar la importancia de los fallos de la Justicia penal como, por ejemplo, cuando se juzgó a los militares responsables de la muerte del soldado Carrasco, que terminó con el servicio militar obligatorio. Es decir,la Justicia penal, cuando existe y está a la altura de las circunstancias, da mensajes contundentes e indica una pedagogía social, marcando lo que es un delito.

En este caso me quedé durante un largo rato pensando en Susana Trimarco, en su nieta Micaela, en todos los testigos que se animaron a hablar después de diez años: ¿qué les dice la Justicia de Tucumán con esta sentencia? Mejor no te metas, callate, no hables. En pocas palabras, transmite y confirma la impunidad de los sectores poderosos e intocables de ese lugar. También deja en claro que el Estado argentino y la Justicia no pueden hacer nada ante la desaparición de personas, e inmediatamente recuerdo a Julio López, Fernanda Aguirre, incluso el cuerpo de Robi Santucho, su hermana falleció sin poder darle sepultura; y tantos otros y otras. No hay protocolos operativos que reaccionen rápido ante estas denuncias y en este caso tampoco encontraron a los verdaderos responsables.

La Justicia de Tucumán no pudo garantizar y proteger la vida de Marita Verón y a su familia; diez años después,  la deja sin responsables directos, no sólo absuelve a los acusados por el fiscal sino que tampoco se molestó en encontrar a otros, o encarar una investigación seria. No hizo nada.

Estoy convencida de que hoy Susana Trimarco somos todas, debemos luchar contra la impunidad, evitar que el caso Marita Verón se convierta en sinónimo de corrupción, mafias, muerte y política. Así como nos unimos en todo el país por el caso de María Soledad debemos pelear por la nulidad de este fallo y la búsqueda de Justicia.

 

Por Fernanda Gil Lozano

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