A horas de la editorial sobre la creciente inseguridad en Gerli, una nueva víctima de inseguridad vivió con pánico los hechos, cuando delincuentes en una violenta entradera se robaron el auto de la familia.

El nuevo robo se cometió en una zona donde ya los vecinos hace años han incluso publicado videos de la venta callejera de drogas y el consumo, lo que atrae a delincuentes de otros barrios que no dudan en asaltar a los vecinos.

Han pasado varios jefes policiales por la comisaría 6ta sin mejores resultados, en cuanto a la detención de los autores de los delitos, pero no menos cierto y desconocido por los vecinos es que la prevención y el patrullaje es trabajo del Comando de Patrullas de Avellaneda, que con la finalidad de mejorar el trabajo, depende de la Jefatura Distrital Avellaneda, a cargo del Comisario Inspector Sergio Argañaráz.

Dicho jefe policial, se ha reunido en distintas oportunidades con vecinos de Gerli, comprometiéndose a mejorar el patrullaje, pero en los hechos solo ha sido una expresión de deseo, curiosamente los vecinos esperan mucho más de Argañaráz toda vez que el mismo es vecino de Gerli.

El auto fue robada en las inmediaciones de la calle Vélez Sarfield al 1100 y los delincuentes armados huyeron por la calle Lafuente hasta doblar en Reconquista y perderse a la altura de la calle De La Serna, pasando los delincuentes por delante de la base de la Policía Local de Heredia y Reconquista.

En un crudo audio se puede escuchar en primera persona la desesperación de la mujer pidiendo ayuda al grupo de WhatsApp, una medida que como todas las que adoptan los vecinos, cámaras y alarmas no son garantía de seguridad, porque la seguridad se construye con el compromiso de las autoridades, sin prevención, sin el castigo de la justicia y la colaboración de las autoridades políticas poco éxito habrá en mejorar la seguridad.

Curiosamente como una ironía del destino, la mujer que fue víctima del robo, en el día de hoy era una de las pocas invitadas a la Secretaría de Seguridad del municipio por Mónica Ghirelli.

Por Marcelo Ricardo Hawrylciw