¿Vuelven los reclamos a la Clínica de la Dulce Espera?

A pesar del paso de los años en que la Clínica de la Dulce Espera fue noticia en todos los medios nacionales por las denuncias de padres que afirmaban existió mala praxis que derivaron en la muerte de bebés y de adultos internados, con marchas y publicaciones varias, las cosas parecen estar lejos de haber mejorado.

La conducción de las autoridades de la clínica en cuestión parecían haber tomado nota y mejorado el servicio que brindaban, lo que los animó a ampliar sus sedes e incorporaron el Sanatorio San Juan en Lanús, prometiendo avanzar en la calidad y la atención de sus pacientes.

Todo lo que se mostraba a los medios parecía estar bien, renovado plantel médico e instalaciones nuevas, evaluación de casos a tomar y derivaciones a centros especializados parecían haber cambiado la historia de la clínica, que en los últimos 10 meses volvió a estar mencionada en grupos de reclamos por mala praxis y medios de izquierda que toman los reclamos de los trabajadores.

Así empleados de ambas clínicas apuntaron contra la Dra. Viviana Panizza como responsable de los bajos sueldos y las malas condiciones laborales, incluso asociaciones médicas no recomiendan tomar horas en los centros de salud que administra Panizza por problemas reiterados de pagos y denuncian que los puestos vacantes son cubiertos por médicos extranjeros de dudosa formación médica.

Esto sumado a las denuncias del personal de enfermería que dicen trabajan con pocos elementos para brindar una atención sanitaria adecuada, alientan los reclamos de los que denuncian mala atención y problemas al momento de concurrir tanto a la Clínica de la Dulce Espera de Avellaneda, como al Sanatorio San Juan de Lanús.

Por si fuera poco, los padres que participaron de las marchas que llevaron a los medios a titular «la clínica del horror» no se resignan a olvidar lo ocurrido y aunque insisten en una «justicia corrupta» que archivo las denuncias, confían en una justicia divina y en ser quienes cuenten al mundo el dolor que vivieron y los «contactos» que facilitaron la impunidad, si bien muchos se dispersaron por motivos personales en los reclamos, como suele ocurrir, cuando no hay justicia el espanto suele unir a las personas, será cuestión de esperar se concrete la idea de que vuelvan a marchar no por la justicia sino por la memoria de sus hijos.

Por Marcelo Ricardo Hawrylciw

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