Víctor Hugo es mortal

El periodista habla de las pruebas que presenta contra el relator en su último libro.

Al iniciar un juicio por daños y perjuicios, Víctor Hugo Morales dijo que a la eventual reparación económica no la usaría para donarla a ninguna institución de bien público, sino que enviaría una foto suya desde la Tour Eiffel, para que todos supieran en qué se la gastó.

A menos que consiga un juez amigo, va a ser muy difícil que lo logre. Porque todo lo que escribí en el capítulo que le dedico está confirmado, chequeado y comprobado. Y la investigación sobre sus prácticas profesionales no se puede encuadrar en el delito de opinión, sencillamente porque ese delito no existe. Es decir: sólo podría ser judiciable si conllevara una ofensa evidente. Morales sí ofende, pero como se considera por encima de los mortales, supone que es el único con derecho a reparación.

Tres ejemplos pertinentes. Uno: cuando me calificó de “babosa”, mucho antes de la publicación de El y Ella. Dos: cuando me dijo “cualquier basurita”. Y un tercero: cuando me definió “uno de los zaparrastrosos morales más extraordinarios que tiene el periodismo nacional”. El último insulto lo propinó el 25 de julio pasado, en plena vigencia de la mediación judicial.

Los guardo en mi archivo personal para usarlos como ejemplo de cómo un hombre que se presume bienhablado a veces pierde la línea.

Las pruebas

Con la intención de que el relator no pierda tiempo y dinero detrás de una causa perdida, van las confirmaciones debidas.

Víctor Hugo Morales se siente dolido porque asegura que la reunión donde le está pidiendo a un funcionario del ministerio de Trabajo que destrabe un polémico contrato de publicidad que lo beneficiaba no existió. Sin embargo, los elementos para confirmar la existencia de ese encuentro son contundentes y serán aportados a la justicia si se que lo considera necesario. Uno de ellos, por caso, es una grabación en la que el funcionario relata los hechos con lujo de detalles.

El relator afirma que se siente perjudicado por la manera de presentar sus visitas a distintas localidades a cambio de dinero por difundir las obras de los intendentes.

Sin embargo, lo único que hay en El y Ella es pura información, más allá de su enojo.

El 30 de octubre de 2008 Morales cobró 22 mil pesos por entrevistar al intendente de Azul, Omar Duclós, hacer el programa desde esa localidad y dar una charla en el teatro Español. La acción del relator fue presentada ante los oyentes de la radio como un reportaje más pero en realidad fue una Publicidad No Tradicional (PNT) o una publinota.

El propio Duclós lo confirmó, en su momento:

– Fueron 22 mil pesos. Pero la factura no es de Víctor Hugo. Es de un monotributista. –

En la página de la lista de proveedores de la secretaría de Hacienda de la municipalidad de Azul quedó el registro de la factura. Fue entregada y pagada de inmediato el 31 de octubre de 2008 a nombre de Mario Héctor Caballero.

Caballero es el hombre que hace de chofer, guardaespaldas y cebador de mate del relator. En una entrevista que le concedió a Alicia Petti días antes de presentar la polémica factura, el 8 de agosto de 2008, Víctor Hugo dijo de Caballero:

Es mi optimizador de facilidades.

En El y Ella pregunté: ¿Cuántas entrevistas como la que le hizo al intendente de Azul realizó Víctor Hugo durante los últimos años sin aclarar a sus oyentes que eran parte de una transacción comercial? ¿Cuántos de esos “reportajes” fueron abonados con fondos públicos? Además, ¿quién o quienes facturaron sus presentaciones?

Contrato y factura

En el contrato y la factura que están archivados en la municipalidad de Azul se pueden encontrar parte de las respuestas. Una copia de esos documentos fueron entregados después de la publicación del libro, están ahora en mi poder, y serán puestos a disposición de la justicia si se lo considera necesario.

A través de ese contrato, con fecha 31 de octubre de 2008, Morales se comprometió a prestar, a la municipalidad de Azul, los siguientes servicios:

  • La “transmisión en directo por Radio Continental del programa la mañana de Víctor Hugo los días 30 y 31 de octubre de ese año”.
  • El dictado de la conferencia “Los desafíos que nos imponen los valores cervantinos”

En el mismo documento se fijó el precio de la contratación en 22 mil pesos y se determinó que no sería Víctor Hugo quien presentaría la factura sino que lo haría su asistente personal Mario Héctor Caballero.

La factura de Caballero es “C” tiene el número 219, dice “responsable monotributo” y es por 22 mil pesos. Corresponde al talonario “de 150 a 300” impreso en una imprenta de Lanús Oeste. No hay que ser un experto en contaduría para concluir en los dieciocho meses anteriores Caballero emitió por lo menos sesenta y nueve facturas: de la 151 a la 219.

Para no violar la ley del monotribustista, Caballero debió haber facturado menos de 72 mil pesos por año durante 2007 y 2008. ¿Cuál habrá sido, de verdad, su facturación anual? ¿En cuántas charlas habrá aportado facturas este monotributista? La respuesta solo la puede suministrar él mismo, o Víctor Hugo Morales.

Al mismo tiempo, de la página web de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) surge otro dato para analizar. Porque al ingresar el CUIT 20-08563290-7 Mario Héctor Caballero no aparece inscripto en el monotributo. Sólo se registra su “constancia de inscripción” como “IVA exento”.

De la lectura de la factura y de los registro de la AFIP se puede concluir que Caballero no pagó ningún impuesto por los honorarios abonados. Ni IVA, ni ganancias ni monotributo.

Como se trata de honorarios facturados a Caballero por “cuenta y orden” de Víctor Hugo Morales urge saber si “el mandante” le emitió factura “al mandatario”. Es decir: si el relator le facturó a su asistente los honorarios cobrados por su “cuenta y orden” a la municipalidad de Azul.

¿Por qué es posible suponer que Morales no facturó y prestó su servicio “en negro”? Porque de haber tenido la intención, hubiera entregado él mismo una factura a la municipalidad de Azul, ya que fue el verdadero prestador. De cualquier modo, es otra interesante explicación que debería aportar el relator, en este caso, a la AFIP.

Converso

Víctor Hugo Morales quiere incluir, en su demanda por daños y perjuicios, que es inexacto que después de una transmisión desde Olavarría un grupo de trabajadores se haya quejado porque no le dieron la palabra. Sin embargo, la información apareció en un sitio local, cuya dirección y otros datos serán aportados ante la justicia si es necesario.

Morales sostiene que es injusto que el periodista y crítico Pablo Sirvén lo haya tratado en el libro de converso. Y asegura que hay, en El y Ella, una clara intención de perjudicarlo al hacerlo aparecer como un periodista que cambió de opinión de manera abrupta.

Sin embargo, Sirvén ya lo había calificado de converso mucho tiempo atrás. Y por otra parte, lo que se hizo en la investigación es comparar las declaraciones del relator sobre los mismos asuntos antes y después del diálogo telefónico que mantuvo con el ex presidente Néstor Kirchner. Se trata de afirmaciones textuales de Morales y cada una las fuentes están incorporadas en el libro, aunque de cualquier manera pueden ser presentadas ante la justicia, si es que resulta necesario.

Se pueden encontrar entre las páginas 104 y 111 de El y Ella. Cualquier lector atento podrá confirmar si Víctor Hugo cambió o no de opinión de manera abrupta. Víctor Hugo interpreta que tuve mala intención al informar que Fabiana Segovia es la pieza más importante de su círculo de incondicionales. Y puso el acento en que di cuenta de una foto que se tomaron juntos durante el carnaval de Venecia. Para resaltar la supuesta mala intención, el abogado del relator, Miguel Angel Pierri, informó que esa foto la tomó la esposa del relator. Pero no hay nada en el texto de El y Ella que sugiera, entre Morales y Segovia, un vínculo más allá del laboral. Este es el texto del que se queja Morales:

Fabiana Segovia suele viajar junto a Víctor Hugo por todo el mundo. Lo acompañó al último Mundial de Sudáfrica. También recorrieron juntos diferentes ciudades de Europa, como Munich y París. El viernes 19 de febrero de 2011, una curiosa foto de Morales y Segovia apareció en la sección Espectáculos del diario La Nación. Ambos están en Venecia, cada uno con una colorida máscara de carnaval, y una sonrisa en los labios.

Cualquiera que vea esa foto podrá comprobar que es por lo menos curiosa. Ver a Víctor Hugo Morales con una máscara de carnaval no es algo habitual ni usual. Según el Diccionario de la Real academia Española, curioso significa, entre otras cosas, raro, novedoso, extraño, interesante, llamativo, peculiar y extraordinario.

Es decir: cada una de las afirmaciones de El y Ella por las Víctor Hugo se siente ofendido no son más que datos precisos u opiniones vertidas en base a información verificable. Cualquiera de los adjetivos que el relator utiliza cada tanto contra quienes considera sus enemigos sí contienen ofensas personales, hacen daño y denotan graves prejuicios.

Sólo dos ejemplos más para no abrumar al lector. Uno: cuando acusó a Sirven de “acoso sesual”, un agravio de clara connotación sexual. Y otro: cuando intentó ensuciar a Jorge Fontevecchia con la versión de que había llamado a la revista Gente para que no se publicara una información que lo mencionaba como cliente del local Spartacus.

Lo del relator merece, en serio, un mínimo análisis psicológico. ¿Qué es lo que le hace suponer que goza de un permiso especial para insultar y agraviar y que nadie, en cambio, tiene derecho a criticar su conducta profesional?

Quizá sea tiempo de que alguien le diga a Víctor Hugo Morales que él también es mortal.

 

Por Luis Majul, especial para Perfil.com.

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