Sin boleto para morir

    Luego que los «mega» medios de prensa instalaran el debate de los homicidios que se producen por accidentes de tránsito causados por los colectivos que circulan por nuestra ciudad, el gobierno nacional y el de la ciudad prometen reuniones y medidas para evitar más muertes.

Los deseos de nuestros funcionarios y representantes siempre son oportunos, y el licenciado Rolón no hace mucho explicó muy bien lo que son las ilusiones, y por la definición breve que brindó, bien podríamos aplicarla a las declaraciones de referencia. Una ilusión, es una distorción a cualquier percepción sensorial.

Esto es, que lo mucho que nos conmueve ver un cuerpo, un cadáver destrozado por un colectivo, ellos lo interpretan como un número más de las estadísticas que rigen sus funciones.

Con los medios titulando hechos trágicos de tránsito que involucran a colectivos y destacando la contabilidad de los fallecidos, los gremios, agrupaciones y los propios choferes salieron a defenderse con los mismos argumento válidos de siempre, que se trabaja bajo presión, con poco descanso y con unidades que no siempre están en las mejores condiciones.

Esto ya lo conocemos muy bien, lo que a veces uno no reflexiona es en qué medida el propio Estado tiene responsabilidades en las muertes que se producen por accidentes de tránsito que involucran colectivos (también otros vehículos), y si bien muchos han criticado a la gestión de Mauricio Macri por los cambios de mano en avenidas, por las bicicendas que dicen, redujeron las calles y por ende dificultaron la circulación.

El tema es mucho más complejo y profundo, no se ha escuchado una sola voz sobre las conductas peligrosas que actualmente tienen muchos conductores, incluídos obviamente los choferes de colectivo.

Se conduce muy mal, con un total desprecio ya no por las normas de tránsito, sino por la integridad y  la vida del otro.

Basta con detenerse en una esquina y observar como pasan vehículos con personas hablando por teléfono, enviando sms, tomando mate y los más atrevidos bebiendo o drogándose.

Si nos basamos en estadísticas, muchos choferes de colectivos tienen algún tipo de adicción, y este tema del que casi no se habla y mucho menos se controla, suele ser causal junto con el estrés y los otros inconvenientes mencionados, de los accidentes.

Pero también es cierto, que  pocos colaboran con el trabajo de los colectiveros, es muy común observar vehículos estacionados en las paradas de colectivos y esto impide que la unidad se pueda acercar a la persona que intenta ascender al colectivo.

Los políticos siempre prometen soluciones, reuniones, comisiones y más gasto de los ciudadanos en proyectos y asesores, para terminar no cambiando nada.

Aún tengo en la memoria el accidente fatal de un micro «trucho» hace ya unos años cuando se precipitó desde la autopista 9 de Julio al vacío a la altura del barrio de Barracas y se prometió terminar con esos colectivos sin habilitaciones, sin controles de ningún tipo y con choferes sin registro habilitante para el transporte de personas.

Luego de que la prensa dejó de señalar ese «gran negocio», todo siguió igual, los micros «truchos» circulando sin control y en pésimas condiciones. Tal vez haya que esperar otra tragedia para que se vuelva a mencionar todo lo mal que rodea a estos medios de transporte irregulares.

Uno les puede reconocer a los choferes, las presiones, el estrés y casi todas las excusas que puedan esgrimir, pero es cierto, que muchos conducen mal, que se distraen con el celular o van escuchando música a alto volumen, aumentando el riesgo de un accidente.

Tampoco se le puede tolerar a los funcionarios responsables su decidia, tanto a nivel local, nacional o provincial, y que sigan tomándose las cosas sin la debida responsabilidad.

Es muy entendible que se pida que no existan excarcelaciones para los conductores que maten, pero también deben existir sanciones para los que no cumplen con su trabajo y evitan muertes que son la consecuencia del NO PASA NADA argentino.

Basta de personas sin conocimientos o ganas de trabajar, de inspectores de tránsito que no cumplen correctamente con su trabajo, basta de policías que permiten infracciones delante de sus narices, basta de funcionarios que no controlan el trabajo de los que deben educar, prevenir y sancionar las faltas en la calle. Basta de corrupción. Basta de muertes.

Por Marcelo Ricardo Hawrylciw

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