Luis Silvio Carzoglio y la doble moral

Carzoglio-despacho  Mucho se ha escrito al respecto del Juez de Garantías Nº 9 del Polo Judicial de Avellaneda, Luis Silvio Carzoglio y muchas de las críticas que recibe tienen que ver con esa curiosa conducta de beneficiar a unos sí y a otros no, con lo cual cuesta definirlo como un Juez garantista y más se asemeja a un funcionario “atado” a ciertos “favores” que deben devolver aquellos que llegan puestos a dedo.

No es un secreto que Carzoglio llegó al Poder Judicial como un peón en la tabla política del ex intendente de Avellaneda Baldomero Álvarez de Olivera o “Cacho”, al igual que otros funcionarios, esa pertenencia hizo que algunas medidas judiciales fueran más una movida política que una cuestión de derecho. Si bien todo está vinculado a la política, el Juez en cuestión distorsiona la independencia de los poderes y afecta la institucionalidad del Poder Judicial.

Es una garantía constitucional el acceso a la justicia, tanto de las víctimas como de los imputados y en esto es donde Carzoglio se ha mostrado cuando menos temerario.

Pero antes de continuar, entendamos que significa “LA DOBLE MORAL”:

La doble moral es un criterio aplicado cuando a un individuo o institución se le acusa de ejercer una doble norma en el tratamiento dado a diferentes grupos de personas, es decir, que injustamente permiten más libertad de conducta a un sujeto que a otro. La doble moral es injusta porque viola el principio de justicia conocido como imparcialidad. La imparcialidad es el principio según el cual los mismos criterios se aplican a todas las personas sin parcialidad ni favoritismo. La doble moral viola este principio pues toma en cuenta a las personas según diferentes criterios.

Aunque la doble moral, por lo general, es una práctica que se condena, en la práctica es muy común su empleo. Los esfuerzos para defender una situación en la que se alegue la existencia de una doble moral terminan negando que esta se esté aplicando, o bien, se intenta acabar con la discusión dando una buena razón para el trato diferente. 

Con esta aclaración podremos seguir desarrollando el motivo de la nota.

Podemos asegurar que el Juez Luis Silvio Carzoglio tiene una doble moral, según el interés que le represente la causa y sus involucrados, suele aplicar un criterio personal, dejando de lado principios básicos que hacen al derecho y la tutela de los derechos y garantías que consagra la Constitución Nacional, incluso es negligente en muchas de las medidas que autoriza en causas penales y en otras parecería asumir el rol del abogado defensor.

Una de las características que destacan en su Señoría, es su escueta capacidad para fundar los fallos judiciales especialmente en lo que respecta a la valoración de la prueba y suele tener una conducta que raya el mal desempeño con sus “conocidos”, los que luego no dudan en andar “chapeando” con la trillada frase del Martín Fierro “hacete amigo del Juez”.

Así, como lo describía la definición, la doble moral lleva a la injusticia, no se puede justificar para unos todo y para otros nada, el Juez debe respetar la Ley, debe respetar los derechos y garantías de los involucrados en sus causas, pero por sobre todo, debe velar por la integridad física de los que se encuentran privados de la libertad a disposición de su juzgado.

Son varios los casos donde el Juez ha denegado la excarcelación a imputados en delitos de poca monta, incluso en acciones que no se entienden, donde luego de meses de supuestas investigaciones no se puede determinar el lugar de venta de drogas, donde se provee de la sustancia, pareciendo entonces un hecho claro de criminalizar al enfermo y encubrir a los verdaderos narcos, esos a los que según las palabras del propio Juez no se llega y son “intocables”.

Yo me pregunto entonces, ¿de qué sirve ir al obispado a hablar de cómo mejorar la seguridad?, ¿ de qué sirve dar bonitos discursos de inclusión y ayuda a los enfermos y víctimas de la inoperancia de funcionarios que no pueden o no quieren detener a los grandes distribuidores.

En mis recorridas por el Polo Judicial he escuchado y recibido muchas críticas al Juez Carzoglio y algunos agradecimientos por parte de unos pocos.

Avellaneda a pesar de ser una ciudad en crecimiento, mantiene eso de que sin ser pocos nos conocemos, ya había advertido en su momento una posición muy política en la conducta del Juez, quien incluso en su momento pidió ejercer el derecho a réplica y hasta se mostro preocupado por mejorar la calidad de las instituciones, hoy, viendo su conducta, leyendo algunos de sus fallos que son manifiestamente arbitrarios y alejados de la verdad, una verdad que la reconoce en conversaciones pero al momento de volcar esas manifestaciones en el papel prefiere hacer estadística con los perejiles y permitir como ya lo ha hecho en varias oportunidades que verdaderos personajes locales vinculados al delito tengan beneficios como el arresto domiciliario.

Siempre es una decepción encontrar esta clase de funcionarios en la justicia, porque es justamente allí, donde los ciudadanos deberían encontrar coherencia y criterio, pero especialmente honestidad, y no puede haber honestidad cuando se juega con la vida y la libertad de los que se encuentran a disposición justamente del Juez de Garantías.

Hoy, hago responsable al Juez Carzoglio de aquellos que han sido expuestos y no ha tomado ninguna medida para cuidar su integridad física y su vida, no alcanza con culpar a la policía o al servicio penitenciario, mucho menos cuando se trata de un Juez que en enero del año 2010, justificó la excarcelación de 18 presos por cuestiones de hacinamiento en los lugares de detención, pero parece que ese criterio es solo para “algunos”, como el fundamento para liberar a mujeres dedicadas a la venta de drogas en Villa Corina y la Isla Maciel, donde a pesar de la denuncia de vecinos respecto a la peligrosidad, no fueron un elemento relevante para la excarcelación.

Tenemos que poder decir BASTA, terminar con la doble moral de pregonar una cosa y hacer otra, errores podemos tener todos y hasta podemos cambiar de opinión respecto de la apreciación de distintos hechos, lo que no puede hacer un Juez, es desequilibrar la balanza de la justicia a conveniencia.

Pasaron muchas cosas graves en Avellaneda donde la gente se quedó esperando justicia, como los padres de los bebés fallecidos en la Clínica Nuestra Señora de la Dulce Espera, por dar un ejemplo.

La editorial anterior desarrollaba la idea de que en el Polo Judicial de Avellaneda, los pobres, aquellos que no pueden costear un abogado particular, o incluso los que fueron estafados por inescrupulosos abogados que prometen y luego no cumplen, son víctimas que nadie va a defender o bien son acusados que no tendrán un debido proceso, actos que se reflejan en las resoluciones incorporadas a los expedientes, demostrando una cultura judicial del menor esfuerzo, incluso en fallos de Cámaras de Apelaciones, donde se hace evidente la falta de lectura e interpretación de las causas, la siempre útil muletilla de adherir a los conceptos de mi colega que suelen utilizar para sellar una resolución que no se parece en nada a la palabra JUSTICIA.

Es mi intención llamar a la reflexión a aquellos que administran justicia, no solo al Juez Carzoglio, porque muchos en el Polo Judicial de Avellaneda trabajan de la misma forma, no podemos dejar de resaltar los errores de uno de los tres Poderes del Estado, no podemos callar por el miedo al enojo del Fiscal o el Juez, porque entonces estaríamos avalando que quien tiene poder puede doblegarnos y hacer lo que le plazca con total impunidad.

Pero también puedo escribir esta editorial, porque tengo los fundamentos teóricos y fácticos para sostener todo lo aquí escrito, agradezco a aquellos que han confiado, que me han permitido ver las causas para poder entender que no son quejas aisladas, que son reclamos reales, de gente que sufre, de familias que sufren, también para recordarles a los funcionarios judiciales que está probado que superpoblar las cárceles nunca ha sido garantía de más seguridad, el CELS ya elaboró estudios e incluso hizo presentaciones a la Corte por los procesados alojados en cárceles, mezclados con imputados en delitos graves.

A quienes les quepa el sayo, “Dios y la Patria se los demande.”

 

 

 

Por Marcelo Ricardo Hawrylciw

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