Conceden la libertad condicional a un condenado a 25 años por delitos de lesa humanidad

Carlos Fotea fue detenido en España en 2005, condenado en 2011 y la sentencia quedó firme en 2015. Los delitos fueron perpetuados en la ESMA.

La Cámara Federal de Casación puso al borde de la libertad condicional al ex suboficial de la Policía Federal Juan Carlos Fotea, condenado a 25 años de prisión por delitos de lesa humanidad cometidos en el centro clandestino de detención que funcionó en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA).

El máximo tribunal penal anuló un fallo que había dictado el Tribunal Oral Federal número tres, en un fallo unipersonal del juez Daniel Obligado.

La Casación hizo lugar a un planteo de la defensa oficial de Fotea y consideró que cumple con todos los requisitos para acceder al beneficio, puesto que –además- desde hace dos años goza de salidas transitorias.

Fotea fue detenido en España en 2005, fue condenado en 2011 y la sentencia quedó firme en 2015.

“Impedir el acceso a la libertad condicional cuando se encuentran debidamente cumplidos todos los requisitos legales, desnaturaliza el fin resocializador de la pena”, coincidieron los jueces Carlos Mahiques, Guillermo Yacobucci y Ángela Ledesma.

El fallo no ordena directamente la libertad condicional sino que reenvía en expediente al tribunal de origen para que se dicte allí una nueva sentencia que permita la excarcelación del condenado.

“El vencimiento de la pena impuesta operará el 23 de noviembre de 2030”, aclararon los jueces.

“Estamos tirando una generación al mar”, admitió Fotea ante un secuestrado cuando integraba el sector “Operaciones” del Grupo de Tarea 3.3 de la Armada, destino al que llegó en comisión desde la Policía Federal. En la ESMA se lo conocía por sus seudónimos “Lobo” o “Fernando” y se destacaba por su actuación en los secuestros, como el de Rodolfo Walsh o el de las monjas francesas y las Madres de Plaza de Mayo en la Iglesia de la Santa Cruz, entre otros cientos. También se ufanaba de su capacidad para conducir vehículos a alta velocidad. En esos años también se desempeñó en Coordinación Federal y en el sector operaciones del Batallón de Inteligencia 601. El genocida Emilio Massera lo condecoró en 1978 por su actuación en “operaciones reales de combate”.

En 1984, tras el retorno de la democracia, dejó la Policía Federal y se fue a España, donde montó una hostería. Su nombre trascendió al año siguiente por su actuación en la banda de secuestradores que había encabezado Raúl Guglielminetti. Ese año se libró un primer pedido de captura y extradición en su contra, que fue denegado por la administración española. Su situación volvió a complicarse en 1998, mientras regían las leyes de impunidad, cuando el juez español Baltasar Garzón lo procesó por genocidio, terrorismo y torturas, aunque eso no le impidió seguir en libertad.

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