Bertie Benegas Lynch cuestionó la educación obligatoria y está a favor que los padres elijan que sus hijos no estudien

Más pronto que tarde, los referentes del liberalismo libertario, van mostrando las verdaderas intenciones de sus medidas, instalar en el consciente colectivo la idea de la que educación pública es deficiente y adoctrina, con lo cual si algo no es bueno, no debería ser una prioridad en la sociedad.

Los constantes e infundados ataques a la educación pública de Javier Milei, adquieren sentido con las últimas declaraciones del diputado Bertie Benegas Lynch, de LLA, quien pronunció este domingo que la educación en la Argentina no debería ser obligatoria. De esta forma -y diferenciándose de la Ley de Educación Nacional N°26.206 que establece la obligatoriedad desde los cuatro años hasta la finalización de la escuela secundaria-, el funcionario consideró: “La libertad también es que si no querés mandar a tu hijo al colegio porque lo necesitás en el taller, puedas hacerlo”.

“El Ministerio de Educación es un comité de burócratas”, lanzó, y apuntó así contra la -ahora- Secretaría conducida por Carlos Torrendell, que por ordenes del presidente Javier Milei quedó dentro del manejo de la cartera de Capital Humano de Sandra Pettovello.

Millones de argentinos que votaron y apoyan las políticas del gobierno nacional, ignoran completamente las propuestas que desde hace más de 50 años pregona la familia Lynch, quienes tuvimos la oportunidad de ser alumnos del padre de Bertie, sabemos que en su concepción, la educación no debe ser algo popular y que solo deben estudiar quienes tengan los recursos para hacerlo.

Con esto, es de esperar que el gobierno nacional cuando tenga los apoyos políticos que necesita, avanzará en sus propuestas de que la salud y la educación no debe ser pública cuando esto ocurra, seguramente muchos de esos millones que festejaron su elección, comprenderán que ya es tarde para recuperar todo lo perdido y que la Argentina habrá retrocedido cientos de años en conquistas sociales, lo imperfecto no se mejora destruyéndolo.

Por Marcelo Ricardo Hawrylciw

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