Una grave denuncia advertía a Santilli sobre connivencia policial con narcos

Una denuncia enviada al entonces Vice Jefe de Gobierno en una carta que se publicó en algunos medios, advertía al también Ministro de Seguridad y Justicia Diego Santilli sobre protección policial a ciertos negocios del narcotráfico, la droga no solo ha generado corrupción en la Policía de la Ciudad, sino también cientos de efectivos con problemas de adicción, algunos que murieron al ir a comprar drogas para su consumo.

Por Jorge O. Rodríguez – 31/12/2019

Sr. Ministro de Justicia y Seguridad Diego Santilli. De mi mayor consideración:

Los vecinos de Nueva Pompeya venimos denunciando hace cinco años, que viven decenas de delincuentes de nacionalidad peruana, en Av. Tilcara 2806 frente a la intersección de la misma y la calle Corrales. Hace décadas se establecieron en esos ex terrenos ferroviarios, una decena de familias argentinas y paraguayas, gente por demás trabajadora de muy buena convivencia. Pero a finales del 2014, aparecieron un par de malvivientes peruanos –que ya habíamos visto en la villa 1.11.14-, con lo cual le sugerimos a los antiguos residentes, que no los dejaran establecerse, ya que iban a constituir una nueva villa narco peruana. Esos vecinos no pudieron advertir, la magnitud del peligro que se estaba configurando: algunos se terminaron mudando, en tanto otros son las principales víctimas de estos bandidos.

Así fue que nos abocamos a fotografiar, filmar y recolectar datos sobre esos malandras. Nuestra dificultosa tarea de inteligencia, determinó una inmensa información, que llevamos luego a funcionarios policiales de Comuna 4. Mis fuentes peruanas conforme a nuestras fotografías, tuvieron a bien enviarme parte de los prontuarios de varios delincuentes. En las fotos adjuntadas a los investigadores, podía verse la leyenda PNP: Policía Nacional Peruana (y en muchas de las mismas podía leerse DIRANDRO, Dirección Antidrogas de PNP). Policía Metropolitana, se abocó a la tarea de chequeo de nuestra data, y realizaron la denuncia penal en Comodoro Py, por infracciones a la ley Nº 23.737 de estupefacientes. Hasta donde se pudo saber, intervino el juzgado del increíble Sebastián Ramos (increíble que siga siendo juez). Su graciosa señoría, no habilitó a la misma fuerza para que siguiera con sus investigaciones: como hizo durante más de cinco años, recurrió a Drogas Peligrosas, a pesar del sinnúmero de denuncias que tuvo sobre estos grupos de tareas, con muchos de sus integrantes robando en los allanamientos, plantando sustancias a inocentes y encubriendo los cohechos de las comisarías (avisándoles antes de realizar un allanamiento, para que informaran a “sus” narcos). Se realizó una simulación de allanamiento en el predio, y se detuvo a un perejil paraguayo, que nada tenía que ver con los delincuentes peruanos. Y estos continuaron alegremente con sus delitos, abonando religiosamente los peajes policiales a jefes de la 34º.

Actualmente viven en el predio cercano a una hectárea, unas cuantas decenas de peruanos (algunas fuentes relatan que son cerca de cien). Las ropas colgadas en las terrazas, siempre son un claro indicador de la cantidad de habitantes, y lo que se ve en el lugar coincide con esa posible centena. Se pueden observar desde la calle, varias construcciones de hasta tres plantas, algunas con lujosas parrillas. Se alquilan decenas de habitaciones, y casi todos los días aparece por el lugar algún personaje que aún no habíamos visto. Hay al menos una textil trucha en el lugar –las bolsas con restos de telas que arrojan en el contenedor son otro indicador- y una fábrica también trucha de aberturas. Entran al predio camionetas RAM de más de seis millones de pesos, distintas 4×4 y diferentes vehículos de alta gama de valores de dos o tres millones de pesos. Todos en general permanecen cerca de una hora. Los malandras que viven ahí, por otro lado, suelen tener camionetas o coches de más de un millón de pesos. Asiduamente se escuchan disparos de armas de fuego –en general supongo que 22 y 38m y de vez en cuando una 9 mm, seguramente marca Bersa- y en distintas terrazas linderas, o en las calles, se han encontrado plomos de las municiones. Más de diez veces han invadido los galpones del depósito de miel ubicado en Tilcara 2750 –también de casi una hectárea-, produciendo los hurtos de herramientas y otros bienes. No les importa que suenen las alarmas, total a veces los patrulleros no llegan o en una oportunidad en que avisé, demoraron una hora y media en acudir al QTH. Frente al predio o aún a unos metros, suelen desarmarse vehículos robados, tarea que en algunas ocasiones las realizan en el interior. Las cinco veces en un par de años, que llamé al 911 para informar esas “novedades”, jamás se envió un patrullero para constatar los ilícitos. En el costado derecho del ingreso al predio, puede observarse una parrilla trucha, llena cucarachas y ratas, sin habilitación, que hace más de treinta años paga coimas a los jefes de la comisaría 34º (personal de Gendarmería Nacional se intoxicó allí en varias oportunidades). Resulta obvio que un foco patológico que opera hace décadas, necesariamente paga coimas a los inspectores del Gobierno de la Ciudad. En el otro costado, hay otra vivienda con dos puertas de ingreso desde la calle, que ha ocupado parte de la vereda.

Hace varios años existe una sentencia firme de desalojo del predio. Sin embargo no se ha efectivizado, e incluso los días de lluvia, su gobierno de CABA envía camiones con bombas para que narcos y delincuentes, no se mojen demasiado sus pies. En el lugar se siguen realizando construcciones en la actualidad, como si les hubieran vendido certificados de impunidad. Por otra parte entre el predio y la vía, se construyeron varias torres privadas con cientos de viviendas, que no han sido habilitadas, por cuanto el ingreso a las mismas, debería ser desde el predio ya desalojado, alargando la calle Corrales.

Si bien en dicho predio, hay toda una fauna de transas, ladrones, rateros, escruchantes y descuidistas peruanos/as, no se registra una venta de drogas de importancia, sin dudas como resultante de nuestras denuncias (que no fueron gratis, ya que varios vecinos fuimos amenazados por los bandidos). Pero si hemos detallado en nuestras denuncias, que el lugar funciona como un apéndice de la villa 1.11.14 y que, distintas fuentes aseveraban que se trata de un “buzón” de precursores químicos, ladrillos de 1 kg y panes de medio kilo de clorhidrato de cocaína, como también distintas tizas con menores dosis, y de ese veneno llamado “paco”. Tal vez esto ayude a entender, porque los vehículos que ingresan en el lugar, permanecen más o menos una hora y luego continúan alegremente su rumbo: conforme publique hace cuatro años en mi libro Laboratorios de Cocaína, los narcos de esta nacionalidad, acostumbran en sus entregas de drogas, demorarse un rato disimulando su accionar. Muchos de los malandras de la “cueva” de Tilcara, tienen una situación de estadía irregular en nuestro país -conforme normas de Migraciones con permisos vencidos-, otros tienen documentación apócrifa, e incluso falsas identidades que los hacen aparecer como ciudadanos bolivianos (esquivando sus prontuarios peruanos, aunque en Perú borrar un prontuario tiene un costo de 3370 soles, es decir mil dólares).

Además de las denuncias a Policía Metropolitana, se le enviaron datos concretos a la fantasmal PROCUNAR –Procuraduría Narcocriminalidad- en la lamentable gestión de Rous, al Ministerio Público de CABA y a Investigaciones de Policía de la Ciudad (incluso con fotos de los vehículos de los bandidos). A partir de lo mencionado, resulta una verdad de Perogrullo, afirmar que estos narcos y demás delincuentes llevan un blindaje y una protección policial, judicial y política de más de cinco años, sin que ninguna autoridad se dedique a cumplir con sus funciones. Hasta hace unas semanas y por un lapso de un par de meses, pudo verse a un policía o un binomio dentro del QTH. Al personal que cubría el lugar, sus jefes les decían que se había fugado un delincuente peruano. Según este chiste, le pusieron uniformados bien visibles, por si el caco o narco regresaba a la paz de su “cueva”. Varias veces los vecinos, tratamos de comunicarnos con el comisario Daniel Eduardo Curi, a cargo de la ex comisaría 34º. Pero pareciera que este señor bebe y orina agua bendita, por lo cual no atiende los teléfonos. De hecho yo le describí a uno de sus jefes, la peligrosidad de que uno o dos policías permanecieran dentro del predio, y que para eso –si existiera un oficio judicial- debería recurrirse a una fuerza federal o destinar un pelotón del DOUCAD para cubrir el mismo. Y que el personal de calle corría serios riesgos innecesarios. Lo mismo expresé en varias ocasiones llamando al nro. 911, al ver que había jovencitos recién salidos de la escuela policial o una noche en que enviaron a una femenina sola. En esta locura, que vengo denunciado hace varios años, pareciera que los jefes policiales buscan obtener policías muertos. Le sugiero además estimado señor, informarse sobre el patrimonio del sr. Curi –cruzando sus DD JJ contra padrones bancarios, de vehículos e inmuebles- y si es cierto, que hizo abandono de servicio en  Saavedra en una inundación, y si tal cuestión le fue borrada de su L.P. –legajo personal- para su mejor carrera en Policía de la Ciudad.  

Además sr. Santilli, los narcos de Tilcara 2806 y su protección político-judicial-policial, no son un hecho aislado de la jurisdicción de la ex comisaría 34º, ahora denominada 4º B. Existen cientos de cohechos policiales, “cortes de boleto” en jerga policial. Pero paso a describirle uno de los más aberrantes: en Aníbal P. Abeletche a la altura 1111 casi esquina Las Palmas, existe una finca con un garaje al costado sin su numeración. Conforme denunciamos los vecinos, hace más de nueve meses a Investigaciones de Policía de la Ciudad y al Ministerio Público, ocupa el lugar en forma irregular o ilegal un tal Pablo Antonio Mendoza Arana, supuesto DNI 94.004.654, nacido en Lima en la peligrosa barriada de El Agustino. Según mis fuentes peruanas, tendría un frondoso prontuario en su país: narcotráfico, robo, hurto, lesiones en riña y agresiones en banda. Distintos vecinos lo han acusado de venderle cocaína a sus hijos de 13 y 14 años (en el frente de su “cueva” le pintaron varias veces la palabra narco). Registra en nuestro país, varios juicios de desalojo por no haber pagado los alquileres y por montar prostíbulos en las fincas, con servicios de su concubina Adita Briceyda Castillo Merino –DNI 93,865.883 nacida en Trujillo Perú- y otras ciudadanas peruanas (le hice entrega a Investigaciones de la publicidad prostibularia, disfrazada de “masajes”). Pero tal vez lo más grave, es que la finca de Arbeletche fue propiedad durante décadas de un matrimonio coreano, que desapareció repentinamente, y que hasta podrían haber sido asesinados. En varias oportunidades, vi las camionetas Kangoo blancas de las brigadas de Policía de la Ciudad, hablando con el sujeto sin dudas para producir sus cohechos policiales (el individuo se maneja en un utilitario Citroen AC042AX, sin las señalizaciones de utilitario ni grabación de autopartes, con una publicidad con la que simula ser gasista, y tal vez haya pagado solo un par de cuotas, conforme acostumbran los malandras de esa nacionalidad).

Sr. Santilli, realmente no tengo casi ninguna esperanza, de que Ud. vaya a cumplir con sus funciones en estos temas. Su gestión, como las de sus compañeros macristas Ocampo y D Alesandro entre otros, ha convertido a nuestra Ciudad de Buenos Aires, prácticamente en una zona liberada de las 22 a la 06 horas. En el 90% de los barrios en esos horarios, no se observa personal policial en lo más mínimo. Solo podemos ver, patrulleros con un solo efectivo, infringiendo las velocidades máximas de calles y avenidas, en una cuestión que los propios policías denominan “pintar la Zona”,  siguiendo el trazado marcado por un GPS (los mismos policías denominan a su compañero “el pintor”). En las patéticas reuniones que se realizan en las comisarías, los jefes quieren convencernos como si fuéramos idiotas, que el “pintor” nos garantiza seguridad.

 Sí resulta notable además, ver policías parados cerca de las cuevas de venta de drogas de las transexuales peruanas, tanto en Balvanera, Constitución, Flores y hasta Liniers, en algunas de las cuales se venden drogas hace veinticinco años (Urquiza 178, Santiago del Estero 1450, etc). Le sugiero que envíe funcionarios en madrugadas de jueves a domingos: podrán observar como el uniformado está a 15 o 20 metros de esas cuevas, y en sus narices los adictos compran cocaína o paco sin inmutarse. Otra verdad de Perogrullo: las cajas recaudatorias de las comisarias evidentemente son sagradas, ningún funcionario se mete con ellas. De estas cuestiones pueden dar fe entre otros, los vecinos que forman parte de Manzana 66 de Balvanera, quienes hace varios años vienen batallando el tema, a pesar que comisarios y fiscales les niegan descaradamente la realidad (ni siquiera logran que se clausure la bailanta narco peruana de Urquiza 238).

En este marco seguramente Ud. comprenderá, que todo lo que le detallo queda perfectamente documentado. Que más allá de pensamientos mágicos y de los cuentos de pececitos de colores, con tantos funcionarios policiales y civiles de por medio en esta inmensa corrupción, en el Código Penal de la Nación Argentina, siguen existiendo los Delitos de Cohecho, los de Encubrimiento y por supuesto los de Abuso de Autoridad e Incumplimiento de los Deberes de Funcionario Público. Le deseo sinceramente muy Felices Fiestas. Atte.   

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