Con 10 víctimas en el primer trimestre de 2017, siendo la mitad por situaciones agresivas, el relevamiento que se realiza desde hace 8 años indica que es un «fenómeno consolidado desde 2012».
En el primer trimestre de 2017, se registraron un total de diez muertes de presos alojados en cárceles del Servicio Penitenciario Federal y la mitad de ellas fueron por cuestiones violentas, mientras que las restantes respondieron a problemas de salud. Los datos surgen de un informe que se elabora desde hace ocho años y que destaca la “persistencia” de este tipo de situaciones, que en su mayoría, a modo de agravante, afecta a internos sin sentencia firme en sus condenas o solamente procesados con prisión preventiva.
El trabajo de la Procuración Penitenciaria de la Nación (PPN) registra, documenta e interviene ante cada muerte de detenidos bajo custodia, mediante la aplicación del Procedimiento para la Investigación y Documentación de Fallecimientos en Prisión, que comenzó a implementarse el 1 de enero de 2009 y su última relevamiento se cerró el pasado 31 de marzo.
Entre sus datos más salientes, destaca la persistencia de la muerte violenta en prisión en niveles elevados, al que considera un “fenómeno consolidado desde 2012”.
La estadística marca que en 2009 se produjeron 47 muertes de las cuales 15 se dieron por situaciones de violencia, luego en 2010 descendió a 33 y 9 respectivamente. Ya para 2011, se incrementó a 36 fallecimientos y 21 fueron violentos y en el 2012 se registró el “pico”, cuando murieron 56 internos y un total de 28 respondió a situaciones de violencia extrema.
En 2013, fueron 45 y 28, representando el mayor porcentaje, un 62, de muertes violentas. Ya en 2014, las cifras se instalaron en 51 y 24, mientras que en 2015, de los 38 fallecidos, 18 se dieron en situaciones de violencia. Y finalmente, en el último año que se evaluó de manera completa, el 2016, se dieron 36 y 14.
