
La diputada por la provincia de Buenos Aires, Mónica Edith Litza, quien hasta el 2013 era peronista y desde esa fecha se pasó a las filas de Sergio Massa y su Frente Renovador como estrategia de ser aliado y no competir con otros peronistas para tener un espacio de poder, lucha de la que ha participado por distintos cargos tanto ella como su esposo Armando Bertolotto, otro de los impresentables políticos históricos de Avellaneda que manotea lo que venga.
Acostumbrados a hacer política con los recursos del Estado, ella como su amplia familia, no dejaron puesto libre, su hermana, su cuñados, sus hijos, sus sobrinos, lo que los ha transformado en una especie de clan del poder con vínculos políticos, judiciales, policiales y sectores marginales sociales.
Aunque parezca mucho, para Litza todo es poco, sus ambiciones de ser parte del poder y de ejercerlo la llevan a hacer lo que sea por mantener esos frentes, así como una gran actriz, se la puede ver vistiendo de diseño en reuniones VIP, como simular seguir siendo la chica de barrio que milita con unos jeans y toma mate, nada más lejos de la realidad en alguien que ha buscado los lujos cueste lo que cueste.
A pesar de haber pasado por cargos importantes dentro de la estructura institucional del Estado es poco lo que ha aportado y no hay referencias salvo su parte literaria donde es ella la que escribe.
Sin ser una estadista se destaca en cuanto a su carácter de ir por lo que desea sin importar que barreras cruzará o a quien pueda lastimar.
Ahora con una crisis social y económica grave, que su jefe político no ha podido o querido mejorar en cuanto a los ciudadanos, cumpliendo más con lo que el FMI espera que a paliar la economía y el hambre en la Argentina, Mónica Litza, demostrando ser una gran caradura, sale a hacer campaña con las garrafas sociales, disfrazada de barrio y con las imágenes del clientelismo más repudiable político, aprovecharse de la necesidad, para inscribir a vecinos y usarlos para sus fotos de campaña.
No es el trabajo legislativo el andar por los barrios aprovechando la pobreza en la que su espacio político tiene mucha responsabilidad y que no han mejorado nada por los ciudadanos, ustedes no lo saben, no lo viven porque llevan muchos años viviendo y negociando en la política, motivo por el cual siempre la veremos con una sonrisa y hasta bailando mientras en su cabeza suena la felicidad de Palito Ortega.



Por Marcelo Ricardo Hawrylciw