Los argentinos, lamentablemente nos vamos acostumbrando a convivir con el delito y en este diario ejercicio de no ver o consentir lo inapropiado tomamos como «normal» que se violen las leyes y normas, aún cuando esto nos causa un perjuicio.
Desde la prostitución callejera que goza de la impunidad de los «negocios» que se pueden «arreglar» con las autoridades, hasta la piratería de cd, pasando por la moda de las ferias en plazas de la ciudad donde se vende de TODO y cuando uno dice de TODO, esto incluye hasta drogas.
A pesar de esto, y de que en muchos casos, estas ferias aumentan la inseguridad del barrio en el que se desarrollan por las personas que vienen a vender lo que tienen a los puestos de venta de usados (varios de los productos son robados) y luego compran alguna sustancia a los otros vendedores que se suelen «camuflar» de artesanos.
Así, a pesar de la presencia policial uniformada o de civil, en plazas como el Parque Lezama, la feria de la Plaza de Parque Patricios, el Parque Rivadavia, el Parque Centenario, puestos sobre Av. de Mayo o incluso en las puertas mismas de la Legislatura porteña exiten por lo menos dos puestos que compran productos de dudosa procedencia, obviamente a precios irrisorios.
En todos los casos, consultados algunos de los improvisados comerciantes, coinciden en señalar que mientras pagues, está todo bien, solo hay que arregar con la brigada y con la gente de la municipalidad (referencia a personal del gobierno de la Ciudad).
El domingo pasado se realizaba en el Parque Centenario una convocatoria en apoyo al Hospital de Oncología «Marie Curie» y mientras esperaba la llegada de los participantes a unos metros de allí se podía observar como un Sargento 1º de la Policía Federal Argentina, uniformado solicitaba a un vendedor de cd «truchos» algunos para llevar, un mal ejemplo sin dudas, al lado de ese puesto otro vendía productos de los que se ignora su procedencia.
Entonces, así, es como estamos, si un policía uniformado pide o compra objetos ilícitos por su procedencia, ¿con qué autoridad, luego puede realizar su trabajo?, la Ley es la Ley y debe ser cumplida, no distorcionada según la conveniencia del momento. Con hechos así, es fácil comprender la frase de algunos puesteros, que ante algún otro inconveniente dicen: «no pasa nada, quedate tranquilo que yo conozco a unos de la comisaría y la brigada», entonces se quiebra la supuesta igualdad ante la Ley,cuando un infractor o un delincuente, tiene de conocidos aquellos con los que suele «arreglar».
Que no todo nos parezca habitual o normal, denuncie los delitos.