La nueva mujer objeto

«Antes las mujeres odiábamos ser un objeto sexual. Nuestros esfuerzos  iban dirigidos a demostrar nuestra inteligencia y nuestros talentos.  Pero ahora invertimos un tiempo precioso en estar flacas, lindas y  jóvenes. ¿Por qué? ¡Porque queremos ser  un objeto sexual! Por eso todas las mujeres de este país (y de otros) tienen la  absoluta certeza de que están horripilantemente gordas. No adelgazamos  para estar flacas sino para poder volver a comer, ¡lo que nos lleva  nuevamente a la dieta de adelgazar para poder comer! Es el círculo más  vicioso que se pueda pedir. ¡Y allá vamos, decididas a lograr un cuerpo  joven y flaco donde morir! Jamás habrá igualdad de derechos si las  mujeres seguimos obsesionándonos con el mito de la belleza y la  juventud. Un mito que no tiene nada que ver con el sexo y mucho menos  con la felicidad» (resumen de un texto de Gabriela Acher, actriz y humorista argentina, que tomé prestado de la página del Café Filosófico que dirige la filósofa Roxana Kreimer).

«Cualquier mujer a cara lavada se ve horrorosa», le escuché decir a una cronista radial, y me di cuenta de que, evidentemente, muchas de nosotras damos por sentado que es así con total naturalidad. Pero, ¿es tan natural? La verdad es que no. Los hombres andan todos, siempre, a cara lavada, y nadie consideraría pensarlos como «horrorosos» porque no llevan maquillaje.

En un interesante análisis ensayístico publicado en sitio de la Universidad Autónoma de Baja California, se escribe: «La mujer resulta ser un objeto de consumo dentro de la publicidad y mercadotecnia. El sexo femenino constituye el grupo consumidor más grande dentro de la sociedad. Hoy forman parte de ese consumo pero como un objeto o un símbolo para lograr este consumo. La mayoría de los anuncios publicitarios que suelen pasar en televisión son para consumo de la mujer. En esos anuncios casi siempre salen mujeres, independientemente de si el anuncio es para niños, adolecentes u hombres. La mujer resulta ser un símbolo de belleza, en la mayoría de los casos, dentro de los anuncios publicitarios. Las mujeres que son consumistas, al ver a las otras mujeres que en los comerciales salen promocionando productos de distinta índole, suelen ser motivadas a realizar la compra de este producto tan solo por el simple hecho que en la televisión parece ser efectivo. Esperando con ello el resultado de verse como la chica que salió en el comercial.«

Los  medios de comunicación nos han convencido de que debemos ser jóvenes, lindas y delgadas a cualquier precio. Curiosamente el ítem «inteligentes» no aparece en este modelo de mujer que nos venden. Lo peor es que esto ha ido sucediendo sin que prácticamente nos diéramos cuenta.

Es que, como dice Gabriela Acher, todo parece indicar que si no somos un objeto digno de ser consumido quedamos fuera de combate. Nos hemos vuelto esclavas de este mandato.

¿O acaso se imaginan un programa de tevé en el que la moneda corriente sea mostrar hombres ligeros de ropa?

Hace unos años se hizo una campaña mundial de la que participaron numerosas marcas, bajo el lema: Por la belleza real. Las fotos de los anuncios mostraban mujeres normales, de todo tipo y edad, y no modelos fabricadas a fuerza de Photoshop.

Desde aquí, renuevo la apuesta: por una belleza real que no necesariamente debe ser física. Me rebelo profundamente ante el mandato de ser siempre bella, delgada, alta, y si es posible rica.

Soy una mujer común y corriente. Y a mucha honra.

Por Alejandra Herren

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