Denuncian que el barrio “8 de Diciembre” de Fiorito continúa sumido en el delito

  Robos, aprietes, extorsiones para salir y entrar, venta de drogas, existencia de niños soldados narcos, desguace de autos, usurpación de casas y terrenos con nula regularización en un escenario carente de diagramación urbanística, es el escenario cotidiano de cientos de vecinos del barrio “8 de Diciembre”, un sector de Fiorito ganado al arroyo Unamuno ubicado detrás de la terminal de Puente La Noria. El vicepresidente de la Fundación “Che Pibe”, Sergio Val, y varios vecinos de la zona denunciaron el violento accionar de las dos bandas que se disputan los negocios del lugar.

El barrio “8 de Diciembre” es una zona de Fiorito que se recuperó luego de que el arroyo Unamuno se entubara y dejara de inundar esas tierras. Con casas humildes asentadas en terrenos conformados en su mayoría de residuos provenientes de vertidos clandestinos, es una región de esa ciudad lomense donde los vecinos denuncian hace más de seis años de forma cotidiana aprietes, pedido de “peaje” por el único ingreso, la calle Azamor, y toda clase de irregularidades con las casas (usurpación incluida) por parte de los integrantes de dos bandas que pugnan por el control del área.

“Está metida la mafia que rellena y vende ilegalmente, que además tiene prácticas como el correr a punta de pistola y complementarse con negocios con autos robados”, denunció el vicepresidente de la Fundación “Che Pibe”, Sergio Val, quien había relatado en otra oportunidad a éste portal la existencia de niños que son utilizados como soldados por parte de los grupos.

Si bien la situación del Barrio “8 de Diciembre” en materia de inseguridad sigue igual a la que éste portal reportó a principios de este año, hubo algunos avances gracias a la participación de diversas carteras municipales, aunque todavía falta lo más importante.

Los vecinos no pueden ni siquiera salir de sus casas, no solo por los reiterados robos o porque les cobran “peaje” para entrar y salir del barrio, sino que temen retornar a sus hogares después de largas ausencias por razones de salud y encontrarse con que ya no les pertenece y sus cosas fueron vendidas.

La desesperación de los habitantes de la barriada llegó a un punto elevado, donde ni siquiera pueden ausentarse de sus hogares por cortos lapsos ante el temor de que los desvalijen y usurpen. Por eso entre los vecinos agudizaron el ingenio y se comunican por grupos de redes sociales para alertarse de cualquier situación sospechosa.

La alternativa ante el cansancio no es alentadora, porque si un vecino decide irse para nunca más volver debe desembolsar una suma de dinero destinada a aquellos que controlan el barrio. La misma operativa rige para aquellos que quieran asentarse en “8 de Diciembre”, tienen que pagar una suerte de “derecho de piso” para vivir en terrenos loteados con nulo orden catastral sin trazado de calles. “Lo poco que hay hecho lo hicimos con los vecinos”, sostuvo Val sobre las mínimas mejoras que hay en el barrio.

“Al controlar el acceso al barrio ejercen una práctica del terror. Cuando la gente se cansa y dice ‘no doy más, me voy’, les piden plata y al que entra, también”, explicó el vicepresidente de “Che Pibe” sobre el accionar de las bandas.

Esta metodología recrudeció luego de que el negocio del corte de autopartes se viera frenado luego de un incendio que casi se cobra la vida de varios habitantes. En el afán de hacer desaparecer los restos de un auto al que enterraron entre la basura, lo prendieron fuego y las llamas se expandieron de manera considerable. Ante éste hecho y luego del trabajo de varias unidades de bomberos y retroexcavadoras, se comenzó a controlar el vertido ilegal de basura, aunque no por completo según denunciaron algunos vecinos que se encuentran organizados para frenarlos y denunciarlos.

En el barrio existen dos bandas que pugnan por el control. Hace pocos días uno de los líderes murió a manos de la otra facción, cuya cabeza pretende ahora extender su influencia a todo el territorio y comenzó a nuclear integrantes que cambiaron de grupo, y comenzó un ciclo de venganza por la vacante. En el medio, los vecinos son rehenes de sus extorsiones y violento accionar que se disputan tierras que el municipio pretende sanear al tiempo que intenta abrir otros accesos al barrio.

Otro de los problemas, fruto de la inseguridad, es la dificultad para llevar agua por la inseguridad imperante en la zona que no posee tendido para sumarse a la red. En la estación más calurosa del año, los camiones que abastecen del fluido al barrio deben ser escoltados por la Policía Local, pero lo efectivos de seguridad en ocasiones no portan armas de fuego y se encuentran en desventaja ante aquellos que piden “peaje” en la única calle de ingreso.

Por ese motivo, AySA decidió no ingresar más con sus camiones a principios de noviembre pasado y durante casi un mes la barriada estuvo sin agua. “Lo amenazaron al chofer y en otras oportunidades les quisieron robar combustible, las baterías y las bujías a los camiones, así como también los celulares a los camioneros”, relató Val. La solución llegó de parte del municipio, quien puso a disposición sus propios transportes; pero los aprietes continúan.

Todas las denuncias cayeron en saco roto y “cuando el hierro se pone muy caliente, cambian las cabezas de la comisaría”, reveló el vice de “Che Pibe”, quien acompañó a casi todas las presentaciones realizadas ante la justicia, ya sea en comisarías, fiscalías especializadas en narcotráfico o juzgados federales.

Fuente: Diario Conurbano

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