En la adolescencia resulta fundamental garantizar los accesos a través de la recreación, la expresión y la información, para alcanzar el pleno desarrollo y la inclusión social.
Los jóvenes argentinos, según un estudio de la Universidad Católica Argentina (UCA), no tienen en general garantizadas esas posibilidades, y las diferencias se acrecientan a medida que se decae de estrato social.
La medición 2007 de la Encuesta de la Deuda Social Argentina (EDSA) estimó que aproximadamente entre los chicos de 13 y 17 años, un 59 por ciento no solía realizar actividad física o deportiva fuera del espacio escolar, y un 46 por ciento no accedía al uso de Internet.
Al indagar por sector socioeconómico, los indicadores revelaron importantes brechas de desigualdad social.
Un adolescente perteneciente al 10 por ciento de los hogares más pobres tuvo el año pasado cuatro veces más de «chances» de no realizar actividad física o deportes que su par del 10 por ciento más adinerado.
Brecha regresiva para los primeros respecto de los segundos, que en el caso del acceso a Internet era de 3 veces, añade el documento titulado Argentina 2007. Condiciones de vida de la niñez y adolescencia.
«El desigual acceso al uso de Internet expresa y reproduce las conocidas brechas sociales que existen en materia de disponibilidad de recursos de información, conocimiento y comunicación», aseveraron los autores del estudio.
En materia escolar, apenas el 9,7 por ciento de los niños de 6 a 12 años asistió en 2007 a escuelas de jornada completa en las grandes ciudades relevadas por la EDSA en el 2007.
Y una vez más este indicador marcó las desigualdades según el sector económico al que pertenezca.
La doble escolaridad -dice el informe- se encontraba más extendida entre los niños en el estrato medio alto que en el medio, bajo o muy bajo.
La escasa oferta de doble jornada en la educación pública sería para los investigadores lo que condujo a que el acceso sea casi un privilegio de los niños más aventajados en términos socio-económicos que presentaban casi 8 veces más posibilidades de asistir a una escuela de doble escolaridad que sus pares del 10 por ciento de los hogares más pobres.
Respecto de la enseñanza de computación en el nivel primario, ésta alcanzaba en 2007 al 48,3 por ciento de los niños que vivían en las grandes ciudades relevadas por la UCA.
Y a medida que se incrementa el estrato socio-económico de los hogares aumenta la probabilidad de que los alumnos tengan acceso a conocimientos de computación en el ámbito escolar.
En efecto, un niño del 10 por ciento de los hogares más pobres registraba 4 veces más «chances» de no acceder a conocimientos de computación en la escuela que un chico nacido en el 10 por ciento de los hogares más ricos.
“Las condiciones deficitarias de habitabilidad, las restricciones en el acceso a la alimentación y la vestimenta, más las dificultades en el acceso a la atención de la salud, configuraban contextos de vida empobrecidos, que pudieron evidenciarse en otros tantos indicadores significativos al desarrollo humano de la infancia, como son los estímulos emocionales e intelectuales en los procesos de socialización y formación», sostuvo Ianina Tuñón, coordinadora del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia.