Por estos días, los medios no dejan de repetir que policías de distintas provincias, incluida la Policía Bonaerense, la fuerza policial más grande del país por cantidad de efectivos, se encuentra en rebeldía con los distintos gobiernos provinciales y fomentando el delito con sus paros, situaciones que ya han cobrado varias vidas de ciudadanos que fueron asesinados sin piedad y en acciones que nada tienen que ver con la necesidad de los que menos tienen.
Todos los cuerpos policiales son regidos por una Reglamentación especial, no se trata de simples trabajadores, sino de profesionales en su tarea de agentes del orden.
Abusos e injusticias han existido siempre en las fuerzas de seguridad, como en las fuerzas armadas, pocas veces uno encuentra que se ha procesado y condenado a algún alto jefe por malversación de caudales y les puedo asegurar que no existe una dependencia policial que resista una auditoría.
Es conocido que las policías poseen además del dinero del presupuesto que el Estado les asigna, las denominadas «cajas ilegales» de recaudación, y con esto no estoy descubriendo nada nuevo, la tan conocida «coima» existió, existe y existirá porque las policías tienen enquistada la corrupción en todo el mundo, y nuestras policías no son la excepción, les guste o no a los familiares, la mayoría de los policías son corruptos por acción u omisión, y esto sucede porque jamás se ha privilegiado al policía realmente honesto, lo que hace que muchos tengan una participación pasiva en la corrupción, pero activa en la complicidad, no se puede decir no soy corrupto, si como policía se tiene la obligación de denunciar los delitos y no se hace, las excusas pueden ser muchas, pero son solo eso excusas.
Con el tema de los sueldos y los descuentos, siempre el Estado ha violado las propias leyes que regulan los derechos de los trabajadores y los recibos de sueldo de los policías se inflan con ítems no remunerativos, lo que obliga a muchos a continuar prestando servicios aún cuando han pasado la edad del retiro u otros se convocan luego de retirados.
La falta de capacidad de los funcionarios políticos de los últimos años, ha generado un descontento en las policías que no se ven ni reflejados ni tampoco conducidos por estos políticos designados en seguridad, muchos de los cuales no entienden ni los códigos policiales, ni qué cosas motivan al personal policial, así se designan Jefes policiales que no tienen afinidad con el personal a sus órdenes y somos los ciudadanos los que pagamos las consecuencias.
El paro nunca es una opción del personal policial, siempre constituye una falta grave y como tal, los que paran, aún cuando digan que lo hacen franco de servicio, merecen ser severamente sancionados, porque no pierden el estado policial y por lo tanto deben saber que la Reglamentación no se incumple solamente cuando se está en servicio.
Existen otras vías para los reclamos, pero nunca el paro, exponer a la población a robos, saqueos, actos de vandalismo y hasta homicidios, es de una irresponsabilidad tal, que esos policías que se olvidan que tienen un uniforme que no solo se lleva puesto, sino que se debe sentir, el policía debe tener vocación y los gobiernos deben fomentar esa vocación, con sueldos correctos, sin pagos en negro o no remunerativos, privilegiando al policía que trabaja, que arriesga todos los días su vida por la sociedad, y no ese que uniformado insulta, salta y grita como un barra en la cancha.
Se han equivocado no en el reclamo, sino en la forma de reclamar, porque el respeto a la autoridad se pierde en actitudes que no se ajustan a derecho y comienza una disputa donde hay policías que creen que se merecen un aumento, pero dejan mucho que desear en su rol de policía.
El Estado debe garantizarle seguridad a los ciudadanos, debe jerarquizar a los policías y exigir profesionalidad, pero de ninguna manera puede sentarse a negociar la seguridad de todos, porque entonces, el mensaje es que el que tiene la fuerza tiene la razón.
Por Marcelo Ricardo Hawrylciw
