Miguel Ángel Pirker, la muerte que es un estigma en la historia de la Policía Federal Argentina

Ninguno de sus ex jefes de policía han quedado tan marcados en la historia de la Policía Federal Argentina, como Pirker, incluso su muerte «natural» superó el asesinato con explosivos que terminara con la vida de «tubito» Villar y su esposa cuando volaron la lancha en la que paseaban por el Delta.

La explicación es que en muchos la muerte de Pirker es una voz que reclama justicia en sus conciencias, la inverosímil versión de que el Jefe de la PFA, un cargo que por aquellos días era sinónimo de poder por las incumbencias de la policía federal y de su red de personal de inteligencia disperso en todo el país, sumado al hecho de que era la única fuerza con el mayor archivo de antecedentes y huellas dactilares.

Para muchos Miguel Ángel Pirker era un jefe de policía distinto, pero en realidad fue esa condición de distinto la que sellaría su suerte, llegar a la jefatura no es lo mismo que sobrevivir y es en donde este hombre pecó de ingenuidad.

Su muerte nunca fue investigada, como no se investigó quién abrió su caja fuerte personal, ni el faltante de un collar de un elevado valor que era de su novia, quien luego de la muerte más que condolencias recibió intimidaciones.

A diferencia de los otros jefes de policía no era millonario durante el cargo ni dejó una herencia injustificada, fue de los pocos que abrió la institución a los medios y a la sociedad.

Pinker había esclarecido, precisamente, el secuestro y asesinato de Osvaldo Sivak y de otros empresarios a manos de una banda integrada por oficiales y agentes de la fuerza. También se había erigido en el principal protagonista del secuestro de 60 kilos de cocaína, una investigación rigurosa y de compleja acción que le mereció la felicitación personal de Raúl Alfonsín. Y como si todo eso fuera poco, Pirker, durante su gestión al frente del Departamento, posibilitó el desbaratamiento de varias células de ultraderecha asociadas a ese tráfico. En definitiva, había posibilitado instalar la policía soñada, al servicio de la comunidad, con amplio y firme sentido democrático.

Fue el primero en hacer público el negocio de cambiar autos en Paraguay por cocaína y en los años donde ya la DEA comenzaba a apretar a empresarios vinculados al lavado de dinero, un tipo como Pirker era un problema político a resolver, pero no se le podía pedir la renuncia a un tipo que la sociedad lo veía como honesto y transparente, fue el único jefe de policía en ir a programas como un invitado más, pero esos mismos periodistas que decían admirarlo, callaron frente a su muerte.

Quien todos señalan sabe lo que nunca confesó es quien era el jefe de Pirker y no es otro que el «monje negro» Enrique Nosiglia, un armador de poder como pocos, operador judicial y político que ejerce un poder omnisciente.

Por Marcelo Ricardo Hawrylciw

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *