Le dan perpetua a dos integrantes de «La banda de Turrón» y piden investigar a policías

    El Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 3 de Lomas de Zamora condenó este viernes a cadena perpetua a dos acusados de asesinar a un policía de narcóticos en 2015, además de ser integrantes de una asociación ilícita que se dedicaba a cometer delitos en Villa Diamante y Villa Jardín, Lanús, conocida como “La banda de Turrón”. Además, condenó a otros cuatro integrantes de la banda por asociación ilícita, entre ellos los padres de “Turrón”, un menor de edad y líder de la banda, que se encuentra en un centro de detención de menores hasta cumplir la mayoría de edad. Los jueces pidieron investigar si los policías de Villa Diamante fueron cómplices de algunos de los hechos adjudicados a la banda.

A partir de lo pedido por la fiscal de la causa, Viviana Simón, el tribunal condenó a Claudio Gumucio (24) y Damián Gumucio (22) a cumplir la condena de prisión perpetua, acusados de homicidio calificado criminis causa – para ocultar otro delito – con uso de arma de fuego en situación de robo agravado por la participación de un menor de 18 años. Dicha pena corresponde al asesinato del policía Ezequiel Alifraco, ocurrida el 25 de febrero de 2015 cuando los hermano Gumucio, acompañados por Maxi “Turrón” Aguilera le robaron el auto y le dispararon cuando la víctima dio a conocer su condición de policía.

Además, fueron condenados por ser miembros de una asociación ilícita. En la misma línea, fueron absueltos de los cargos de tentativa de homicidio y coacción. Cabe recordar que la causa que llegó a juicio estaba compuesta por quince hechos delictivos que se le adjudicaban a la banda, y la mayoría de ellos contaba con la participación de Claudio y Damián Gumucio.

Por otro lado, César Gustavo Aguilera (36) y Jésica González (35) – padres de “Turrón” – fueron condenados a 9 y 7 años respectivamente por ser miembros activos de una asociación ilícita. Además, al padre de «Turrón» se le suma la reincidencia. En la misma línea fueron condenadas Guillermina Ayala (40) y Daiana Galeano (27), a 9 y 6 años. A González y Galeano se las benefició con la prisión domiciliaria, que deberá contar con al menos cuatro visitas semanales de la policía para constatar que sigan en la vivienda. Caso contrario, o si se llega a producir una situación que ponga en peligro a los vecinos, serán detenidas y enviadas a un centro de detención.

Además, los jueces dieron lugar a la investigación por posesión de estupefacientes y celulares en la cárcel por parte de Aguilera y Gumucio. Dicho pedido surge de las escuchas a las que tuvo acceso la fiscalía y los jueces, algunas de ellas reproducidas en el juicio, donde se dejaba ver que los detenidos poseían teléfonos celulares dentro de la cárcel, además de pedir marihuana a quienes fueran a visitarlos.

Por último, los jueces del TOC 3 pidieron que se investigue a las autoridades que se encontraban a cargo de la Comisaría 5ta de Lanús entre el último semestre de 2014 y agosto 2015, vistos como posibles responsables de que los hechos cometidos por esta banda hayan podido llevarse a cabo.

“Las principales víctimas son personas del lugar”, indicó uno de los jueces en el texto leído por secretaría al momento de dictaminar la sentencia, y aseguró que “la capacidad del Estado ha sido insuficiente” para frenar la banda.

Días atrás, la fiscal de juicio, Viviana Simón, alegó que la banda tenía «desprecio por la vida» al momento de cometer todos los hechos ilícitos que se le imputan y remarcó que «no hubo persona que mencionara un buen concepto de los acusados».

Viviana Simón indicó en sus alegatos que quedó comprobada la existencia y participación de los imputados en la asociación ilícita, «con confluencia de voluntades» y con «rol de los miembros». Así, identificó que «las mujeres administraban las ganancias, buscaban información se beneficiaban económicamente y ayudaban a esconderse de la policía» a los hombres, que «con excepción de Aguilera, llevaban a cabo los hechos, ejecutaban los delitos».

En la misma línea, afirmó que los acusados actuaban con «naturalidad en plena luz del día y en contra de sus propios vecinos», utilizando siempre el mismo modus operandi: «salían de los pasillos de las villas, de sorpresa, robaban y efectuaban disparos».

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