La CGT millonaria pasiva ante el hambre de los trabajadores argentinos

Si existe un símbolo de la corrupción en la Argentina, es sin dudas la imagen que se tiene de los sindicalistas que a pesar de que les refriegan a los trabajadores que dicen representar sus vidas de lujos y excesos, están allí, colgados de los negocios millonarios de la política y tranzando con los empresarios especuladores que cierran con unos y otros para maximizar las ganancias y reducir los costos laborales.

Estos históricos vividores de los trabajadores están muy tranquilos porque sus cuentas millonarias los hacen observar la realidad que viven todos los argentinos como simples observadores, a ellos no les afecta ni los priva de gustos y placeres el precio del dólar, la inflación ni la devaluación, los secretarios generales hace años se blindaron con dólares y cuentas en el exterior, curiosamente ningún gobierno investigo ni la fuga de divisas ni el lavado de dinero, salvo dos excepciones muy puntuales como fueron el caso de Juan Pablo «Pata» Medina de la UOCRA y Marcelo Balcedo de SOEME, ambos con actividad sindical en la ciudad de La Plata.

Pero en ambos casos lo que explotó mediáticamente se fue diluyendo en lo judicial y nunca se aplicó una lógica en cualquier investigación seria que es ir hacia los pares y hacia arriba, porque mientras se los investigaba y detenía a los mencionados, otros gozaban de protección política a pesar de quintuplicar el dudoso patrimonio de estos, un claro ejemplo de enriquecimiento dudoso que nunca se investigó fue el del aliado al macrismo Gerónimo el Momo Venegas que a su muerte los herederos se disputaba un patrimonio superior a los 800 millones de dólares, sí en gremio de los más pobres y explotados, los empleados rurales, su titular era multimillonario, a diferencia del resto el Momo, solo estuvo detenido unas horas cuando el ex Juez Federal Norberto Oyarbide lo vinculaba a la mediática casusa que se conoció como la de «los medicamentos trucho», una estaba millonaria a las obras sociales sindicales, que terminó con la carrera sindical de Juan José Zanola.

A lo largo de los últimos años, se han conocido pocos casos pero escandalosos que dejaron al descubierto los millonarios secretarios generales que fueron sometidos a procesos y en algunos casos el oportunismo político de bajar a un secretario general para intervenirle el sindicato y que acuerdo judicial y político mediante, esos millones pasen a ser una nueva caja política, el mejor ejemplo la intervención del SOMU y detención de Omar «Caballo» Suárez, en este caso la operadora política fue la actual senadora Gladys González, y tanto la causa como la intervención tuvieron denuncias cruzadas e irregularidades de parte del juzgado federal interviniente a cargo de Rodolfo Canicoba Corral, Cambiemos justificó la intervención y las prórrogas cuestionadas, en la pluralidad de delitos imputados a Suárez, quien pasó de ser jefe de una asociación ilícita, extorsionar empresas, lavar dinero y enriquecimiento ilícito a terminar curiosamente absuelto y beneficiado con prescripción en otras causas, todo muy raro, lo único concreto es que durante la intervención del SOMU el sindicato fue llevado a una especie de quiebra y los más perjudicados fueron los trabajadores, Suárez un tipo siempre combativo, a pesar de haber estado preso, perdido millones, parece haber pactado algo a cambio de silencio.

Con la inflación sin detenerse, con la devaluación del peso, que repercute en los sueldos, son muchos los reclamos que hemos recibido de trabajadores que quieren darse de baja de los gremios y no pueden, porque los derivan para demorar, porque haciendo todo también pasan meses y estas maniobras son anti trabajador, entonces, si los sindicalistas van a seguir en la rosca política y empresarial, si van a ser beneficiados como dice Javier Milei, pero os trabajadores la van a pasar cada vez más mal, entonces es el momento de desafiliarse y que se corte una de las estafas más sucias a los trabajadores, que es la cuota sindical a un sindicato que no los representa.

Hace años que la CGT es solo una observadora integrada por gordos multimillonarios, que se mueven en autos de alta gama, viven en barrios exclusivos y viajan por el mundo, ellos, sus familias y hasta sus amantes.

Dicen que si no se queja no se queje, hoy diría si no se borran no se quejen.

Por Marcelo Ricardo Hawrylciw

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