El Papa Francisco proclamó santo al cura Brochero

cura-brochero-santo  A la misa previa asistieron unos mil argentinos. El presbìtero gaucho fue inscripto por el Sumo Pontífice como el primer santo nacido y muerto en el país.

El cura Brochero ya es santo, el primer santo auténticamente argentino. En un evento seguramente histórico, fue Francisco, un papa también argentino quien exactamente a las 10.32 (cinco horas menos en la Argentina) leyó la fórmula en latín que elevó a Josephum Gabrielem del Rosario Brochero al máximo honor de los altares.

Entonces, aplausos y vivas estallaron entre los más de 1000 argentinos presentes para la misa de canonización -la mayoría cordobeses como el «Cura gaucho»-, identificables con banderas albicelestes con figuras del nuevo santo y ubicados en el sector adyacente al denominado brazo de Carlo Magno.

Desde allí, se podía ver de frente, colgado desde la logia central de la Basílica de San Pedro el tapiz con la imagen del Cura Brochero junto a su fiel mula Malacara. La imagen estaba junto a la de los otros seis beatos canonizados en la misma ceremonia: dos franceses, Salomon Leclercq (1745-1792) y Elisabeth Catez (1880-1910); dos italianos, Lodovico Pavoni (1784-1849) y Alfonso Maria Fusco; un español, Manuel González García (1877-1940); y un mártir mexicano, José Sánchez del Río (1913-1928).

Antes de que el Papa los proclamara santos, con un tradicional rito en latín, el coro de la Capilla Sixtina entonó el Veni Creator Spiritus, que invoca la presencia del Espíritu Santo. Luego, el cardenal Angelo Amato, prefecto para la Congregación de las Causas de los Santos, leyó una breve biografía de cada uno, en italiano.

Nacido el 16 de marzo de 1840 en Santa Rosa de Río Primero, Córdoba, Brochero fue un «pastor con olor a oveja» comprometido con el anuncio del Evangelio y en la educación del pueblo, que divulgó la práctica de los ejercicios espirituales de San Ignacio. «Empeñado para favorecer el desarrollo del territorio, promovió la construcción de iglesias, capillas, escuelas rurales y caminos rurales», dijo Amato, que recordó que el «Cura Gaucho» murió ciego y leproso.

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