La crisis está pasando factura a nuestros cuerpos, que expresan el sufrimiento por la dificultad de manejar el estrés y la ansiedad, a través de trastornos psicosomáticos, que se están disparando.
Urticarias, diarreas, cefaleas, dolores lumbares, fatiga, insomnio o bruxismo son algunas de las consecuencias de esos transtornos y enfermedades desencadenadas por factores psicológicos.
La ansiedad y la depresión no sólo causan tristeza, baja autoestima o desesperanza, también puede producir problemas de salud cuando no se controla adecuadamente, sobre todo en la piel (urticarias, dermatitis, picores o prurito), en el sistema digestivo (diarreas, náuseas o colón irritable), en el respiratorio (sensación de falta de aire u opresión o pinchazos en el pecho) y en el nervioso (dolores de cabeza, vértigos o mareos). Estos síntomas corporales aparecen por lo general pocos meses después de haber sufrido ese factor vital estresante, como lo es, en estas fechas, un despido o un desahucio o un embargo, y hacen deambular a quienes los padecen por varias consultas médicas para encontrar su causa.
«Al paciente psicosomático se le ha venido a llamar paciente shopping porque va como de tiendas, circula por todo el sistema de salud, por todos los especialistas y al final no le encuentran nada y acaba de nuevo en su médico, que le termina diciendo que tiene un problema emocional que deriva en muchos síntomas y todo esto conlleva sufrimiento y coste económico.