Los escándalos desatados por las denuncias de abusos sexuales contra jugadores de las divisiones inferiores de Independiente reactivaron el debate del tema. Cifras oficiales y alarmantes.
El abuso sexual contra niños, niñas y adolescentes es un verdadero flagelo que golpea, y muy duro, a nuestra sociedad. Es también una de las peores formas de violencia.
Pero hay otros datos que son tan alarmantes (que surgen de un informe de Mariana Iglesias para Clarín) y es que pese a ser un problema que crece día a día en el mundo entero, la mayoría de los casos no son detectados, algo a lo que se suma otro agravante: en la mayoría de los casos, tampoco son denunciados.
Según la Organización Mundial de la Salud, una de cada cinco mujeres y uno de cada trece varones sufrieron abusos sexuales durante la infancia.
Argentina no está al mergen de este problema y, según las estadísticas del Ministerio de Justicia, en los últimos quince meses hubo 2.094 niños, niñas y adolescentes víctimas de abuso sexual.
Los especialistas afirman por su lado que esos datos, esas cifras oficiales, representan tan sólo una ínfima parte de lo que pasa.
La violencia sexual tiene muchas formas de manifestarse: la violación, el tocamiento, el acoso, el exhibicionismo, la explotación, el grooming, la pornografía forzada, las amenazas, la explotación, la facilitación a la corrupción.
Hace dos semanas quedaron en exposición los abusos de chicos de las divisiones inferiores en Independiente y River y a medida que pasan los días las denuncias aumentan y suman preocupación y gravedad a la causa.
Lo concreto y alarmente es que la mayor cantidad de abusos contra los niños y niñas suceden en la propia casa de las víctimas: siete de cada diez abusadores son los padres, los padrastros, los tíos y los abuelos.
“El abuso es una de las formas más tremendas de violencia hacia la infancia, pero los chicos tienen miedo de hablar porque son niños, porque se los juzga, por temor a las represalias, porque sienten culpa y vergüenza”, comentó María Angeles Misuraca, oficial de Protección y Acceso a la Justicia de Unicef.
“No hay denuncias por la máxima asimetría del crimen en sí: la víctima es un niño enfrentado a alguien con un poder extraordinario sobre él, como puede ser su padre o su maestro. Por eso la cifra negra es tan negra, por eso la imposibilidad de la denuncia -asegura Carlos Rozanski, ex juez y miembro Fundador de la Asociación Argentina de Prevención del Maltrato Infanto Juvenil-.
Antes se decía que los chicos mentían.