El padre de Natalia Melmann, la chica asesinada en 2001 en Miramar por policías bonaerenses, fue detenido acusado de robar neumáticos de autos abandonados en el barrio porteño de Villa Crespo. El hombre, sin embargo, denunció ante la Defensoría del Pueblo una supuesta operación de la Policía Federal.
Fuentes policiales informaron que a raíz de la denuncia de los vecinos, efectivos de la comisaría 27ª sorprendieron el sábado por la noche a Gustavo Melmann mientras le quitaba los neumáticos a un coche Ford Sierra, que al parecer, estaba abandonado en Murillo y Cañuelas.
Según constataron los efectivos, en el auto en el que se movía Melmann un Ford Escort había más cubiertas, por lo que los investigadores sospechan que venía de robar en otros lugares. Al momento de la detención el hombre habría intentado evitar el arresto al presentarse como empleado del Ministerio de Justicia de la Nación, la realidad es que Melmann cumplía funciones en el Programa Nacional-Anti-Impunidad, junto a otros padres de víctimas
Melmann quedó demorado unas horas -según dijo él ante la Defensoría, 17 horas- en la comisaría 27ª, hasta que el juzgado interviniente ordenó que sea liberado. Quedó imputado en una causa por «hurto».
Pero Melmann, aunque reconoció haber sacado las ruedas del auto abandonado, acusó a la Policía de montar «una operación». Según destacó, el vehículo en cuestión era en realidad una chatarra sin identificación, de la que él mismo publicó fotos en Internet. Según su denuncia ante la Defensoría, se trataría de una respuesta a sus «reclamos históricos contra la impunidad en la violencia policial».
Gustavo Melmann es el papá de Natalia, la chica de 16 años que desapareció al salir de una disco el 4 de febrero de 2001. Su cadáver fue encontrado cuatro días después en el Vivero Municipal de Miramar. La investigación reveló que había sido raptada, violada, torturada y asesinada.
Por el caso, fueron condenados a reclusión perpetua tres policías bonaerenses -Oscar Echenique, Ricardo Suárez y Ricardo Anselmini-, mientras que el entregador, Gustavo «el Gallo» Fernández, recibió una condena de 25 años.
