Toma y acampe por la Sala Alberdi del San Martín

toma-sala-AlberdiEmpleados y alumnos de la sala resisten un «plan» de la Ciudad para «comercializar» el espacio cultural.

Trabajadores y alumnos de los cursos de la Sala Alberdi del Centro Cultural San Martín intensifican desde el 2 de enero su «resistencia» para el que el gobierno de la Ciudad -según denuncian ellos- no ocupe el espacio teatral «con fines de lucro». Mientras el grueso del colectivo acampa en la Plaza Seca, otros están encerrados, sin agua ni comida desde el lunes a la tarde, en la sala del 6º piso del complejo cultural.

El grupo de 200 artistas que autogestiona la sala mediante un toma desde 2010 (860 días en total) se puso en alerta luego que la Ciudad cerrara el centro cultural «por vacaciones» y les fuera impedido el acceso a la Sala Alberdi mediante agentes de seguridad privados contratados por el gobierno porteño y otro grupo de «patovicas que los filman y amenazas», según denunciaron varios manifestantes.

Por eso, un grupo se abroqueló en la sala el 2 de enero y quedaron incomunicados físicamente con el grueso del colectivo de artistas. Hasta ayer les enviaban agua y comida por sogas por la fachada del edificio de Sarmiento al 1200, hasta que los agentes de seguridad del GCBA comenzaron a cortarles la soga, según el relato del colectivo de artistas.

Arropados por Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, el colectivo de la Sala Alberdi salió a la calle con una performance para cuestionar a la directora del Centro Cultural San Martín, Gabriela Ricardes, el secretario de Cultura porteño, Hernán Lombardi y el jefe de gobierno de la Ciudad, Mauricio Macri. Sobre las 17, todavía en hora pico, cortaron la Avenida Corrientes para reclamar por el espacio público.

La historia. En 2006 la Secretaría de Cultura decidió cerrar la sala y entonces se formó una cooperativa bajo la órbita de la Dirección General de Enseñanza Artística (DGART), dependiente de la cartera de Lombardi. Pero en 2010 el experimentó fracasó: docentes del espacio fueron echados y sus compañeros y alumnos tomaron la sala, hasta hoy. A partir de ese momento, la sala se autogestionó.

«Hubo un intento de vaciamiento de la sala. Nunca se supo bien, pero hubo un intento de hacer un centro mutimedial o un centro de cine para alquilárselo a los privados. Nosotros exigimos el libre acceso a la sala porque somos los únicos garantes de que la sala no se cierre. Que venga alguien y nos de una respuesta», señaló Santiago, uno de los «voceros» del colectivo artístico.

De hecho, la semana pasada hubo un encuentro con el número dos del complejo, Diego Fernández, pero sin llegar a una solución. La jueza que interviene en el litigio, Fabiana Schafrick, propuso trasladar la sala a otro espacio a compartir de un edificio de la Ciudad en Chacarita, pero solo para 100 personas, cuando la Alberdi alberga 250. «Si no es un lugar con similares características, en una ubicación como ésta en la Capital, no nos vamos a ir», insistió Santiago.

Por estos días, los artistas realizan talleres «a la gorra» de mútiples actividades: piano para adultos, sicofisica, yoga, lectura de cuento y poesías, audiovisuales, dibujo, teatro, expresión corporal, títeres, orquestas, hipo hop y breakdance.

Otro delegado del colectivo, Francisco Gómez Nicolau, fue mucho más duro con el jefe de gobierno porteño, aunque expresó la opinión de casi todos sus compañeros: «El cierre de la Sala Alberdi es una de las tantas muestras de que Mauricio Macri está en contra de la cultura popular. A él nada que no se negocio, no le interesa. La sala es un bien para el pueblo y a él no le sirve».

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *