Según la CAME, las pymes destinan el 42% de sus ventas a pagar impuestos

  El presidente de CAME, Fabián Tarrío, advirtió que «la carga tributaria en la Argentina se volvió inviable en materia de competitividad».

Los pequeños y medianos empresarios destinan, en promedio, el 42 por ciento de sus ventas a pagar impuestos, según un relevamiento realizado por la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME).

«La incidencia final promedio de los impuestos sobre el precio definitivo de venta del producto es del 38 por ciento, pero hay sectores donde la influencia supera al 50 por ciento», precisó la entidad en base a las estimaciones de los empresarios consultados en el sondeo.

El presidente de CAME, Fabián Tarrío, advirtió que «la carga tributaria en la Argentina se volvió inviable en materia de competitividad».

La CAME señaló que «las cifras que revelan los propietarios de pymes son bastante coincidentes con los análisis más meticulosos que se hacen al desagregar los valores de cada producto». «Por ejemplo, un ejercicio realizado para el sector de línea blanca, revela que sólo en la etapa de producción, hasta que el artículo sale de la fábrica, casi 30 por ciento del importe lo conforman los impuestos», y a eso «hay que sumarle los tributos de la etapa de distribución y comercialización final», puntualizó.

Tarrío explicó que la carga tributaria «fenomenal» en Argentina ocurre por la combinación de tres factores: «Un sector informal muy grande y en crecimiento; necesidades fiscales crecientes de provincias, municipios y del mismo gobierno nacional; y un sistema tributario que fue siendo emparchado año tras año según las visiones particulares» de las distintas gestiones «que se sucedieron en el país, sin sentarse a planificar los primordiales principios y fundamentos de lo que se grava».

Respecto al primer factor, el dirigente dijo que «se estima que entre 35 por ciento y 40 por ciento de la economía hoy se mueve en el incumplimiento, que en impuestos como Ganancias la evasión ronda el 50 por ciento, o en impuesto al trabajo supera el 30 por ciento».

En cuanto a las necesidades fiscales crecientes tanto de provincias como del gobierno nacional, objetó que «fue llevando a la suba de alícuotas y el agregado de nuevos aranceles».

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