Mujeres presas en Ezeiza testificaron que tras las torturas que sufren con la modalidad “tradicional” de golpes e insultos, se intensificó la “psiquiátrica” que las dopa durante días de largo aislamiento, sometidas al desnudo total, en celdas sin colchón ni sábanas, filmadas todo el tiempo por personal ajeno a la medicina. Estos hechos aberrantes suceden en el Complejo Penitenciario Federal Nº IV, donde se yergue la vieja U-3 junto al “Anexo Psiquiátrico” (U-27) que antes funcionaba en el Hospital Moyano. Así, en la U-3, el llanto “excesivo” por la muerte de un hijo puede ser castigado con extensas jornadas en el limbo del “Anexo” adónde son llevadas las mujeres a garrotazos sucios, tomas de artes marciales y también con gas pimienta. Parte de estas descomunales violaciones a los derechos humanos, fueron denunciadas ante la Justicia – días atrás -, por el abogado Ariel Cejas Meliare, de la Procuración Penitenciaria de la Nación. La barbarie represiva en estos espacios de “salud mental” fue investigada y expuesta por el Equipo de género y diversidad sexual y consta en el Registro Nacional de Casos de Tortura de la entidad. En particular, los estudios correspondientes a los años 2010 y 2012 ya mostraban el uso de medicación inyectable como forma de ejercicio de la violencia hacia los cuerpos femeninos.
Por su parte, según el escrito, una de las mujeres consultadas relató que “luego de gritar en reclamo por el frío que venía sufriendo, la respuesta fue el ingreso de personal de requisa, quienes, en principio, la redujeron arrojándole agua y propinándole golpes de puño en varias partes de su cuerpo. Luego de las agresiones físicas fue llevada por la fuerza y con las esposas fuertemente ajustadas hacia el ANEXO del servicio psiquiátrico (U-27)”.
Más adelante, la denuncia revela que la víctima “fue obligada a desnudase completamente para luego ser encerrada en una celda que solo contaba con una chapa, sin ningún tipo de colchón ni frazada. Al protestar por este vejamen, se produjo un nuevo operativo de requisa compuesto por varios agentes que ingresaron a su celda, le inyectaron por la fuerza una medicación que le generó una sensación de somnolencia inmediata que duró varias horas”. Luego de dormir aproximadamente doce horas se despertó e interpeló a la Jefa de seguridad interna la cual le informó que todo lo actuado había sido recomendado por la “psiquiatra del penal”.