Lomas de Zamora: Declararon culpable a una mujer, víctima de violencia de género, que mató a su pareja a mazazos

Un jurado popular declaró este sábado por la noche culpable a Gilda Acosta Duarte (50), acusada de matar a su pareja mientras dormía, en febrero de 2019, en Lomas de Zamora. Sin embargo, por la situación de violencia de género que sufría al momento del crimen, fue condenada por “homicidio en circunstancias extraordinarias de atenuación”, por lo que se descarta que se aplique una pena de prisión perpetua.

Este sábado, se reanudó el debate oral tras la suspensión por un problema salud de la imputada. Durante la mañana, continuó con la declaración del hijo de la mujer -que se encontraba declarando el jueves por la tarde- cuando su madre se descompensó y debió ser atendida de urgencia. Luego se escucharon los testimonios de la ex pareja de la víctima y de una prima, ambas lo hicieron por video conferencia, desde Paraguay.

Minutos antes de las 12.30, Gilda Acosta Duarte relató su versión de los hechos ante el jurado popular y describió los “maltratos” que recibía por parte de su pareja. La mujer interrumpió su declaración en dos oportunidades para ir al baño y para que se le controlara la presión.

“Me trataba de vieja, gorda, y decía que era una inútil. Una vez Me dejó marcas y me tuve que maquillar para poder ir a trabajar”, afirmó, y al referirse al momento del hecho expresó que tenía “miedo”.

“Temí por mi vida y la de mis hijos. Era él o yo. Yo no soy así, no era esa persona. Actué mal como ciudadana, pero venía aguantando mucho con esta persona. Lo que él le hizo a mi familia no se lo deseo a nadie”, sostuvo.

Acosta llegó a juicio por jurados acusada del delito de “homicidio agravado por ser la víctima pareja conviviente y por alevosía”, que prevé una pena de prisión perpetua. La fiscal Marcela Dimundo necesitaba que los 12 miembros del jurado popular estuvieran de acuerdo.

Sin embargo, el jurado popular, por mayoría, es decir por 10 votos, la encontró culpable del delito de “homicidio agravado por haber sido la víctima su pareja conviviente, con circunstancias extraordinarias de atenuación”.

En los próximos días, la jueza Marianela Mazzola deberá fijar el monto de la pena. Por el tipo de delito, la escala en la que deberá definir el monto la magistrado va de 8 a 25 años de prisión. El debate oral estuvo a cargo del Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 6 de Lomas de Zamora.

Una vez impuesto el monto de pena, se deberá decidir si la mujer condenada continúa con prisión domiciliaria o si es obligada a cumplir la pena en una cárcel.

Para la fiscalía la acusada aprovechando de que su pareja se encontraba durmiendo decidió quitarle la vida efectuándole varios golpes en la cabeza, causándole traumatismo de cráneo, y luego lo estranguló con un cable.

Además, la fiscalía indicó que la víctima no presentaba lesiones de defensa, desacreditando así los dichos de la imputada que horas antes aseguraba que se había desatado una lucha entre ambos y que ella presentaba lesiones. En ese sentido, manifestó que el relato de la mujer no es compatible con la posición de la víctima. “Las evidencias que se encontraron en la habitación y las pericias dan cuenta de que estaba dormido, por eso existió el agravante de alevosía”, dijo.

También señaló que las “lesiones leves” en las manos de la mujer podrían haberse producido tras el hecho, al realizar “varias maniobras para ocultar el cadáver”.

“No hay evidencias de violencia de género”

Para la representante del Ministerio Público, Marcela Dimundo, los testimonios aportados por la defensa, entre ellos, los de la acusada en entrevistas con psicólogos y peritos, así como los de familiares y amigos, “no acredita” que en esta pareja haya existido violencia de género.

En ese sentido, argumentó que “fue víctima de violencia de género” si se tiene en cuenta la historia de vida de la mujer que es madre de seis hijos, que fue abandonada por el padre de sus hijos y que durante su infancia sufrió abusos, pero no es una evidencia para decir que es un “violento” y “cargar toda la culpa en su última pareja”.

“Hay certezas de que Gilda tenía una participación activa en la pareja, por eso su relato de vida no sirve para explicar la muerte”, argumentó la fiscal Dimundo.

Al referirse al abuso sufrido por los hijos de la mujer, señalo que si estuviera viva la víctima “merece todo el peso de la ley”. Sin embargo, Gilda “al hacer justicia por mano propia, puso a sus hijos la obligación de lidiar con el muerto porque los hizo participar”, indicó.

En el inicio de la investigación, dos de los hijos de Acosta fueron detenidos por el delito de  encubrimiento, pero luego fueron sobreseídos.

La defensa

Para la defensora oficial Paula Rodríguez Herlein, la imputada actuó bajo la “legítima defensa en el contexto de violencia de género” al enterarse del abuso de sus hijos y pidió la circunstancia extraordinaria de atenuación “debido al estado de alteración mental emocional” en el que se encontraba en el momento del hecho. Además, señaló que “el peligro ya existía porque Richard amenazaba con matarla a ella y a sus hijos si lo denunciaba”.

La hipótesis de la defensa es que la víctima “no estaba dormida”. Además, afirma que hubo un “enfrentamiento” y que Acosta se defendió. Por ello, solicitó al jurado que se “ponga” en el lugar de Gilda y que pronuncie el veredicto de no culpabilidad.

Durante las tres jornadas declararon varios testigos, entre ellos, familiares, vecinos y amigas de la imputada, los dueños de la casa donde vivía la pareja, efectivos policiales, peritos y psicólogos, una hermana, la sobrina, y la ex pareja de la víctima.

El hecho

El crimen de Richard Alejandro Sánchez Escobar (27) fue descubierto el 20 de febrero de 2019, en una casa de la calle Corbacho al 1500 de Villa Centenario, en Lomas de Zamora, luego de que la mujer se presentara en la comisaría de la zona y confesara que asesinó a su pareja cuando se enteró que “había abusado de su hijo”.

De inmediato, la Policía Científica se dirigió al domicilio y encontró en el lugar señalado el cadáver del hombre oculto bajo una capa de cemento en un ropero que había volcado en el piso de un dormitorio.

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