Luego de que un compañero tomara algo tranquilo en un bar de Palermo, pero con la bandera de Palestina en sus espaldas, y que por ello lo agredan, lo insulten, lo hostiguen, y de que ese hecho se viralizara, el “desagravio” llegó. Y hubo muchas banderas, y la lucha contra el genocidio del terrorismo israelí se hizo sentir, pero sobre todo para cortar con el silencio del terror, con la complicidad criminal, y con la invisibilización del pueblo palestino.
Y llegó él, el reflejo de toda la miseria junta en una persona, y el producto de la ejecución del clasismo, del racismo, de la nula conciencia, de quien con dos mangos más en el bolsillo pretende mirar desde arriba, violentarse con un argumento que lo pinta de cuerpo entero, y además con la “impunidad” que cree que le otorga su estatus social. “Yo soy rico y ustedes unos negros de mierdx. La gente rica no va presa”.
Quizás ante una frase repulsiva el primer impacto sea el rechazo, la bronca, la impotencia, pero luego de esos sentimientos, puede llegar el análisis de comprender que esa frase -“la gente rica no va presa”- es lo mismo que “A los genocidios de los poderes mundiales nadie los ve”. Lo mismo que si Israel y EEUU asesinan a 43 mil personas en solo un año, esa noticia ni circula. Por más que en Gaza asesinen a un niño cada 10 minutos, o que ejecuten a más menores de edad en 12 meses que todas las guerras en el mundo en los últimos 6 años.
Quizás la frase de este repulsivo “vecino palermitano”, tenga mucho más sentido desde su acotado universo de privilegios, que solo lo que la “escupida” sugiere. Porque hay mucho de verdad ahí, tanto en el terrorismo sionista que sigue paso sin que el mundo abra palabra, como también en que si un pibe se roba un celular va preso, mientras los Macri, Caputo, Sturzenegger.
Fuente: Revista Sudestada
