Supo tener 50 locales y facturar US$ 60 millones. Sin embargo, la empresa fundada por José Ignacio De Mendiguren bajó la persiana.
En marzo de 1998, cuando The Exxel Group pagó US$ 8 millones por Coniglio, la marca fundada por José Ignacio De Mendiguren, era la líder indiscutida del negocio de ropa para chicos. Para entonces, la etiqueta sumaba 50 locales y una facturación estimada en 60 millones de pesos-dólares. Pero en menos de cinco años y de la mano del Exxel Group, la empresa se convirtió en retazos de lo que había llegado a ser. En ese tiempo, fue cerrando cada uno de sus locales y perdió el primer puesto en ventas a manos de Cheeky y Mimo & Co, dos firmas familiares que hoy lideran el mercado. No era una etiqueta estratégica para Vesubio –controlante hasta ese entonces– y por ello el tradicional conejito que era ícono fue desapareciendo.
En 2004 un grupo de emprendedores liderado por el constructor Jorge Greco y la familia Hinz fue por la revancha. “La marca había desaparecido, pero los clientes no sabían bien por qué. Por suerte, el posicionamiento, el nivel de recordación y la percepción de calidad de los productos no se devaluaron», aseguraba Greco, desde el nuevo showroom de la avenida Córdoba.
Tenían previsto inaugurar 22 sucursales y recuperar posiciones con franquicias. No exigían fee de ingreso ni tampoco regalías a sus potenciales socios, sino un desembolso de $ 20.000 para el mobiliario y de entre $ 50.000 y $ 70.000 en ropa.
El objetivo era facturar unos $ 5 millones en una primera etapa. Los resultados, sin embargo, estuvieron lejos del sueño inicial. Hoy diez años después y tras varios intentos fallidos que incluyeron también traspasos accionarios la compañía terminó en concurso y finalmente en la actual quiebra que fue decretada el miércoles 18 en el Juzgado número 26, secretaría número 51. El plazo para la verificación de créditos se extiende hasta el 11 de agosto y el síndico designado es el Estudio Vergara, Sala, Spinelli y Asociados.