Ocho mujeres denunciaron haber sido abusadas por un ginecólogo en la consulta médica. Diego Javier Clementi es director médico del Centro Médico de la Mujer en Burzaco, a pesar de que está procesado.
Un ginecólogo sigue atendiendo en una clínica privada bonaerense a pesar de estar procesado por seis hechos de abuso sexual en el contexto de la consulta médica en sanatorios privados, y la Fiscalía interviniente investiga otras dos denuncias realizadas por mujeres que no se conocían entre sí y que relatan lo vivido en una entrevista con Télam.
Se trata de Diego Javier Clementi, director médico del Centro Médico de la Mujer de la localidad bonaerense de Burzaco, perteneciente al partido de Almirante Brown, quien mantiene activa su matrícula y sigue ejerciendo en esa clínica privada, a la que una periodista de Télam llamó el pasado 27 de abril para solicitar turno con el especialista y se le ofreció uno para el día siguiente.
Las denuncias
La causa unificada está siendo instruida por la UFI Nº 9 de Lomas de Zamora especializada en Violencia de Género y Familiar, a cargo de Sebastián Bisquert, bajo el expediente «I.P.P. 07-00-9312-17 y sus acumuladas», según la documentación oficial a la que tuvo acceso Télam.
Fuentes judiciales confirmaron a esta agencia que «Clementi ya fue indagado por seis hechos y ahora se sumaron dos hechos que están en pleno trámite» y aclararon que «en el Código Procesal Penal provincial el llamado a 308 -en referencia a un artículo que regula la indagatoria- implica procesamiento».
Después de recibirle declaración indagatoria por seis hechos en octubre pasado, «se recibieron dos denuncias más: por un hecho acaecido en el 2000 y por otro más reciente», añadieron las fuentes, lo que permite remontar el presunto accionar delictivo del médico a por lo menos 20 años atrás.
En su web, la clínica se dice integrada por «un grupo de profesionales» que trabajan «de forma personalizada y humanizada en un marco de comodidad e intimidad que toda mujer merece», destacándose el predomino de color rosa y el logo de «Ni una menos» en el pie de página.
En un escrito adjuntado al expediente a finales del año pasado, el imputado asegura ser «Jefe de Servicio del Hospital Evita del Partido de Lanús y docente asociado a la Universidad de Buenos Aires, titular de la cursada de Ginecología», lo que motivó a la Fiscalía a enviar un oficio al Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires, así como al Colegio de Médicos, para notificarle la situación procesal de Clementi.
En la UBA desmintieron que este ginecólogo sea o haya sido profesor titular de materia alguna y aclararon que sólo se desempeñó como «ayudante de primera ad honorem» desde 2013 hasta febrero de 2022.
En el Evita de Lanús informaron que «tras tomar conocimiento de las denuncias de hechos situados en ámbitos de trabajo ajenos al hospital», las autoridades «iniciaron las actuaciones correspondientes y, de forma preventiva, desvincularon al profesional de las tareas asistenciales hasta que la Justicia determine su responsabilidad en los casos denunciados».
No obstante, Clementi sigue siendo miembro activo del Colegio Médico Distrito II de la Provincia de Buenos Aires con la matrícula N° 223.854, según puede comprobarse realizando una búsqueda en el padrón online. Télam intentó comunicarse con autoridades de esta institución para saber si habían iniciado algún proceso disciplinario en su contra, pero no obtuvo respuesta.
Los testimonios
En diálogo con Télam, A.R., una de las denunciantes, describió tres situaciones que hoy identifica como abuso sexual vividas en el consultorio de Clementi, una de las cuales cuando, tras realizarse un Papanicolaou, le comentó que había estado con molestias vaginales externas que habían cesado con un tratamiento.
«Ahí volvió a mis piernas abiertas y me dijo ‘mirá como tenés’. Enseguida vuelve con algo que no sé qué era y me empezó a untar toda la zona genital con mucha confianza como quien toca su propio cuerpo», dijo.
«Cuando me empezó a tocar el clítoris, pude confirmar que estaba haciendo cualquier cosa. Le dije que me dolía, me senté y me fui sabiendo que eso que había pasado estaba mal», agregó.
La denunciante advierte una «metodología» común de aprovecharse de la vulnerabilidad de las víctimas -ya sea por su condición de mujeres jóvenes, su inexperiencia en este tipo de consultas y de las particularidades de la especialidad médica- porque «no estás en el otorrinolaringólogo».
«Yo había ido porque tenía un problema de hongos y él me dijo que me tenía que revisar. Cuando me estoy acomodando en la camilla me dice ‘vení un poquito más adelante’ y cuando estoy por hacerlo, me agarra de la cintura con sus dos manos, me acerca a él y me apoya estando yo desnuda y con las piernas abiertas», dijo a Télam M.L., otra de las denunciantes.
La joven contó que en ese momento cayó en la cuenta que «no era la primera vez que me pasaba una cosa así. Yo había naturalizado situaciones abusivas en muchas otras consultas» en las que, con cualquier excusa, «él me introducía los dedos cuando no tenía por qué hacerlo».
«Yo quiero que no atienda más porque es un abusador que se esconde detrás de su profesión», pidió.
Otra de las denunciantes, N.C. relató que estaba desnudándose para una revisión cuando el ginecólogo «se ubicó detrás de mí y me tomó la ropa para bajármela él», simulando «querer apurar la cosa».
«Ahí pensé ‘esto no sé si está del todo bien’, pero en esa situación te sentís paralizada por una suerte de confianza que una se impone sentir cuando vas a una consulta», compartió.
«Me hizo poner en posición ginecológica y me tocó cuando no necesitaba hacerlo, podría haber mirado solamente porque yo fui a consultar por una micosis. Metió sus dedos e hizo movimientos que yo después pude corroborar con otra médica que no corresponden», agregó.
Recién cuando pudo hablarlo con sus amigas, N.C. reconoce que logró «entender más o menos lo que había pasado», que había sufrido un abuso. «Fue todo bastante horrible», reflexiona hoy.
M.D. (30), otra de las denunciantes, acudió al ginecólogo por un aborto que incluyó un tratamiento con misoprostol y la realización de una aspiración manual endouterina (AMEU).
«Hizo salir a mi pareja de entonces, me hizo desnudarme de la parte de abajo, no me explicó nada y apareció con una especie de enema que me introdujo en la vagina. Yo no entendía nada y mientras gritaba del dolor porque no me había dado anestesia, él empezó a tocarme el clítoris. Me acuerdo de su cara, una expresión perversa que no volví a ver en nadie más», relató a Télam.
En ese momento, por la confusión que le provocaba dolor para M.D. «era muy difícil entender qué era lo que estaba sucediendo» y menos concebir que alguien «se aprovechara» de su vulnerabilidad -más siendo un médico-, en una «una situación muy sádica».
«Cuando, toda confundida y dolorida, voy a levantarme el pantalón, me indica que no lo haga. Me pide que me saque la remera y el corpiño que me iba a revisar, y empieza a tocarme el pecho. Imaginate lo humillante que fue para mí eso», recordó la mujer.
A su turno, la abogada y militante feminista que acompaña a cinco de las víctimas Claudia Perugino explicó a Télam que el acusado «ha sido imputado e indagado sin prisión preventiva» en octubre pasado, tras lo cual «se ha decretado la prórroga de la investigación».
Una vez concluida esta etapa, «el fiscal puede ordenar la detención si cree que hay peligro de fuga o entorpecimiento de la justicia, si no, elevarla a juicio» aunque «para nosotras las gravedad, la multiplicidad de los delitos denunciados y que nadie puede garantizar que no siga ejerciendo estas violencias amerita su inmediata detención».
«Después de que las denunciantes se manifiestan en las redes, empiezan a aparecer un montón de casos y yo escuché como 20 relatos, pero muchas de esas personas no quisieron denunciar», contó la abogada, de vasta trayectoria en acompañar a víctimas de estos delitos.
«Lo que ocurre es que las mujeres que atravesaron estas situaciones de abuso al ver que hay 7 que denunciaron y la causa no avanza se desalientan, la falta de respuesta del Poder Judicial también provoca esto», agregó.
Perugino explicó que cuando ella tomó intervención en representación de la denunciante número cinco, «las anteriores habían sido archivadas» por falta de impulso a la investigación, pero «después que nos presentamos, se desarchivan y sumamos más denuncias».
Para Perugino, los testimonios y pruebas acumulados «son más que suficiente para que ordene la detención» junto con la elevación a juicio.