Comercios, museos y monumentos fueron cerrados por temor a nuevos actos vandálicos.
Los «chalecos amarillos» comenzaban a manifestarse este sábado en
Francia, en una nueva jornada de protestas antigubernamentales que ya se
saldó con más de 300 detenidos en París, en medio de un dispositivo de
seguridad excepcional para evitar nuevos estallidos de violencia.
Unas 343 personas fueron detenidas a primera hora de la mañana,
indicó la prefectura de policía. Las autoridades están llevando a cabo
controles en las estaciones de ferrocarril y en los puntos estratégicos
de la capital donde se congregan manifestantes ataviados con un chaleco
fluorescente convertido en el símbolo de este movimiento de contestación
popular.
En toda Francia se han desplegado medidas de seguridad excepcionales, sobre todo en París, donde las escenas de guerrilla urbana del pasado sábado impactaron al país y al mundo. Cerca de 90.000 policías están desplegados en todo el territorio. Además, por primera vez en más de una década, se veían en la capital vehículos blindados de la gendarmería.
Todo el oeste de París, donde se encuentra el Palacio del Elíseo
(sede de la presidencia) y la mayoría de ministerios, estaba cubierto de
azul, el color de los furgones de la policía.
Las patrullas bloqueaban el acceso a las principales plazas de la
capital, incluida la de la Concordia, uno de los extremos de la avenida
de los Campos Elíseos que va hasta el Arco del Triunfo.
Desde las 06H30 comenzaban a distinguirse algunos «chalecos
amarillos», como Hervé Benoît, que llegó acompañado por tres amigos
desde Dordoña (suroeste). «¡Hay que estar en París para que nos
escuchen!», proclama. Como otros miembros de este movimiento, Benoît
reivindica un «aumento del poder adquisitivo y el restablecimiento del
impuesto a la fortuna», que el presidente Emmanuel Macron suprimió tras
llegar al poder en 2017.
A pocas calles del Palacio del Elíseo, en plaza de la Madeleine, se
encontraban John y Dorian, de 31 y 29 años respectivamente. Unos
gendarmes controlaron su identidad.
«¡Es la segunda vez! En la estación de metro ya nos quitaron todo, las gafas de piscina, bufandas, espinilleras…», cuenta Dorian, procedente de un suburbio parisino. «Estamos aquí para que nos escuchen, pacíficamente, esperamos que no degenere».
Muchos de los «chalecos amarillos» se manifiestan sin violencia pero algunos se han radicalizado y sobre todo miembros de grupos de extrema derecha y extrema izquierda irrumpen en las protestas y se enfrentan a la policía.
(Fotos Reuters)