Un estudio demuestra que las personas que insultan a menudo son más inteligentes

insulto  Hasta ahora el uso y abuso de palabrotas era interpretado como un signo de mala educación, pobre diplomacia y escasa inteligencia. Eso es lo que nos han dicho desde pequeños. Pero nada más lejos de la realidad. Usar habitualmente insultos y maldecir continuamente resulta que es algo habitual entre la gente más brillante.

Así lo ha demostrado un estudio llevado a cabo por los psicólogos Kristin Jay y Timothy Jay de la Marist College y la Massachusetts College of Liberal Arts. Los dos investigadores siempre habían pensado que la gente que utiliza gran variedad de insultos y palabras malsonantes manejan un vocabulario superior y por tanto, disponen de un mayor grado de inteligencia.

San-gesto

Y para poder saber si su hipótesis era cierta o no, preguntaron a 43 personas (30 de ellas mujeres) con edades comprendidas entre los 18 y los 22 años, por todas las palabrotas que conocían. Y lo hicieron con una curiosa prueba: les pidieron que echaran sapos y culebras por la boca durante 60 segundos. A continuación, les pidieron que hicieran lo mismo, pero que recitaran nombres de animales.

Los psicólogos apuntaron un total de 533 expresiones malsonantes, algunas de ellas totalmente inventadas, pero igual de ofensivas que las clásicas. Además, pidieron a los participantes que hicieran un test de conocimientos del lenguaje.

En una segunda fase del experimento, entrevistaron a otros 49 participantes (34 mujeres), también de entre 18 y 22 años, y les solicitaron que hicieran lo mismo, pero esta vez tenían que escribir los insultos y los nombres de los animales, pero solo empezaran por la letra ‘a’. A este grupo también se le pasó la prueba de conocimiento del lenguaje.

Las conclusiones fueron muy claras: aquellos que más  palabrotas conocían también tenían mejores capacidades lingüísticas que los demás. Además, no se encontró ninguna diferencia entre hombres y mujeres: los dos grupos insultaban igual.

“Utilizar muchas palabrotas debería ser considerado un indicativo de habilidades lingüísticas”, explican los autores de la investigación. “Los que maldicen a menudo conocen el significado de las palabras y saben cuándo hay que utilizarlas, todo lo contrario que pasa con las personas que tienen pobreza de vocabulario”.

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