Para descansar la mente, se necesita un día completo sin obligaciones

Diferentes estudios coinciden en que el estado de ocupación permanente, sumado al flujo constante de información, interfiere en la capacidad de pensar y tomar decisiones.

La tecnología, con sus promesas de eficiencia y destreza ilimitados, no deja de ser sólo una realidad que contribuye a enloquecernos.

Psicólogos, sacerdotes, científicos e incluso políticos instan a resucitar el antiguo concepto del Sabbat. Esto es: hacer una pausa en nuestras actividades. Y no sólo para las personas religiosas.

Wayne Muller, terapeuta y pastora, trabaja con gente que sufre de stress crónico que sabe que necesita aminorar su ritmo –clérigos, médicos, docentes, trabajadores sociales, padres y demás–, pero les cuesta tanto hacer un alto en sus tareas que de forma ansiosa piden permiso para descansar.

Muller apunta que no hay mayor autoridad que la de Dios, para dar permiso a un día de descanso completo en la semana.

«No es sólo un permiso, es un mandamiento», asegura.

Religiones al margen, tanto psicólogos como neurólogos saben que aún si el Sabbat no existiera, sería hoy más necesario que nunca inventarlo.

Angelika Dimoka, directora del Centro de Toma de Decisiones Neurológicas en la Universidad Temple, estudia la forma cómo el cerebro procesa la información. Sus investigaciones descubrieron que a medida que aumenta el flujo de información, se incrementa también la actividad en la región del cerebro responsable de las decisiones y el control de las emociones. Pero sólo hasta un punto.

Cuando el cerebro es inundado con demasiada información, repentinamente en esa región decae.

La escritora y psicóloga Joan Borysenko trabaja con ejecutivos de alto rango que temen que tomarse algunas horas al día, o incluso algún día completo a la semana para relajarse, pueda afectar su ritmo de vida laboral.

«Muchas personas que conozco no podrían tomarse un día completo de descanso. Están ansiosos todo el tiempo. Sus mentes están coriendo carreras», asegura la escritora de Fried: Why you burn out, and how to revive.

Los sábados y domingos se volvieron días de «hacer, hacer y hacer» todo lo que no se llegó a completar en la semana –lavar, hacer compras, trabajos en el hogar–, pero si esa actividad no nos restaura el espíritu, no es un descanso verdadero, afirma.

Dina y Frank Berta, dueños de un restaurant en los EEUU, abren el local de 11 a 20 los días de semana, pero los viernes, el cierre se produce a las 17, y durante todo el sábado se mantiene así.

«Un día completo de descanso ayuda a refrescarnos y nos deja listos para la semana siguiente», dice Dina. «No te vas a ir al infierno por no trabajar un sábado; pero si no te das un descaso del trabajo, te podés crear un infierno para tu vida, justo acá, en la Tierra».

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *