Mauricio Macri, el presidente que viola la Constitución Nacional

Si a la fecha el presidente Mauricio Macri, tenía el record de DNU firmados y peor aún, el no respetar la independencia de poderes al avanzar con Decretos sobre cuestiones formales y constitucionales, hoy vuelve a superar lo que será una mala señal para políticos e inversores.

Todo apunta a demostrar que el gobierno no solo ha perdido el rumbo y con ello la necesidad de recaudar «cómo sea» lo lleva a este tipo de medidas ilegales.

A esta altura de los acontecimientos, dudar de la capacidad mental de Mauricio Macri es obligatorio, nadie en su sano juicio puede anunciar con una conferencia de prensa que va a firmar una medida política ilegal, que apunta a combatir la corrupción y con un discurso trabajado en el «laboratorio Duran – Peña» donde referencia que «en la Argentina el que las hace las paga», que cae muy bien en el sector de los mini fachos y justicieros de cabeza hueca.

Existe en una República independencia de poderes, de los tres poderes, algo que se jacta el gobierno de repetir en los discursos pero que en la práctica a interferido como ningún otro gobierno, lo peor sin costo alguno, intentó imponer tres jueces en la Suprema Corte por Decreto y si bien no prosperó, terminó haciéndolo, a la fecha las vueltas atrás que usó para decir que tienen capacidad de corregir lo que está mal, lo terminaron haciendo igual.

Tan caraduras e hipócritas son que cuando te dicen que TODOS son iguales ante la Ley, el primo no queda detenido y Franco Macri no podrá ser citado por la justicia por un deterior cognitivo, eso sí, es incapaz de declarar pero muy capaz para continuar administrando millones de dólares de las empresas. Es decir te toman de boludo e ignorante.

El Presidente señaló que con el dinero recuperado se construirán «escuelas, cloacas», y que también se podrán «subastar» los «campos, casas, barcos, autos y obras de arte» provenientes de estos delitos.

Mauricio Macri ha encontrado que gran parte de la población es totalmente influenciable por los medios de comunicación y el éxito de su crecimiento político y llegada a la presidencia fue justamente invertir millones en tener el control de las redes sociales, la contratación de los nuevos mercenarios online, devenidos en «Trolls» generó una comunidad estúpida que sin otros argumentos solo repiten «se robaron todo».

Así para hacer un ejemplo sencillo de la situación, pasamos de un gobierno con corrupción por sobre precios, por obras inconclusas, con retornos a uno que en lugar de sobreprecios no hace la obra, que en lugar de sobreprecio usa a la justicia para «apretar» empresarios y obtener mejores aportes para hacer política, que inventó una sideral deuda externa para volver millonarios a sus funcionarios y amigos, incluso poniendo la tasa más elevada del mundo para que se enriquezcan en pesos y dólares, un negocio que no existe en el mundo, porque supera la corrupción que cualquier pueblo tolelaría en el mundo, solo en Argentina un político podría hacer semejantes cosas y seguir teniendo apoyo de un sector de la sociedad, ni el propio Dujovne puede creer la impunidad de la que gozan.

Lo paradójico es que el gran número de los que apoyan a Mauricio Macri no son millonarios, es decir, o se han perjudicado con las medidas o están próximos a serlo.

Con tan solo mencionar a Cristina, Mauricio Macri transforma sus discursos, como si fuera una palabra mágica, la realidad es que así, la Argentina no tiene futuro, con ciudadanos estúpidos, el riesgo es muy alto frente a los políticos ambiciosos que tenemos, porque no se trata de salir corriendo detrás de un supuesto Mesías, sino que se trata de madurar y de que nadie se ponga por sobre la Ley, se llame Mauricio o Cristina.

Tan ridículos son los que ciegamente apoyan al gobierno y sus medidas que piden destrozar al que se robó el dinero de las cloacas, lo que está muy bien, pero dándole poder al que les va a rifar la casa.

Duele e indigna ver la sociedad que tenemos, les gusta mirar Europa, pero no son el 5% de coherentes y valientes que los franceses, los ingleses, alemanes o los griegos.

Por Marcelo Ricardo Hawrylciw

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