Master en desguace del Estado

El actual vicepresidente de la entidad, Juan Ernesto Curutchet, es un exponente de la nueva derecha liberal, defensor de políticas de los ’90.
Por Política

 

A diferencia de los liberales tradicionales que encontraban su poder en las relaciones de clase que mantenían con los círculos políticos y económicos, la nueva camada, más pragmática, se apoya en los estrechos vínculos tejidos durante los años noventa con el capital financiero internacional, las multinacionales y los organismos multilaterales de crédito. Hoy, al igual que ayer, su pasión es el dinero y la cerrada defensa del orden conservador. Juan Ernesto Curutchet, actual vicepresidente del Banco de la Ciudad de Buenos Aires, es un ejemplo de última generación.
Con apenas 45 años, el hombre elegido por Mauricio Macri para secundar a Federico Sturzenegger en la entidad, cobró notoriedad en el ambiente judicial porteño cuando gastó los pasillos de Tribunales con sus frustrados intentos por impugnar la designación de Eugenio Zaffaroni en la Corte Suprema de Justicia. Una ofensiva que lideró desde la Fundación Bicentenario, donde convergieron un grupo de jóvenes liberales que transitaron las filas del ingeniero Álvaro Alsogaray y que trabajaron para la candidatura de Carlos Menem en 2003.
Colaborador de Ramón Ortega durante el menemismo, Curutchet se formó en la Unión para la Apertura Universitaria (Upau), el apéndice político de la Ucedé, desde donde alcanzó la Secretaría General de la Federación Universitaria Argentina (Fuba) a fines de la década del ’80. “Lo nuestro es un intento de confrontar contra la ola de populismo y reglamentarismo económico-social”, señaló poco después de las presidenciales que ganó Néstor Kirchner. Al igual que Macri, su actual jefe político, Curutchet dice sentirse representado por el Partido Popular, de José María Aznar.
No es casual que en la Fundación Bicentenario haya compartido proyectos con cuadros que dieron impulso al macrismo y que se desempeñaron como funcionarios en los gobiernos de Adolfo Rodríguez Saá y Eduardo Duhalde en los trágicos meses que siguieron al derrumbe de convertibilidad. Tampoco es fruto del azar que Curutchet anime paneles organizados por la Fundación Atlas 1853 con Fabián Bergenfeld, uno de los mentores del fenómeno mediático que fue Juan Carlos Blumberg. La “seguridad física y jurídica”, la “libertad de mercado” y la “propiedad privada” son sus preocupaciones declaradas.
Desde esta Fundación, también impulsó la designación de Alicia Pierini, ex secretaria de Derechos Humanos durante la presidencia de Menem, como Defensora del Pueblo de la Ciudad. Coherente con los indultos menemistas, Curutchet participó de las tribunas del Foro de Estudios para la Administración de Justicia (Fores), un lobby que nació con el golpe de marzo del ’76 para dotar de cuadros civiles a la última dictadura. Fue en noviembre de 2003, cuando, en el auditorio del Banco Río, especuló sobre los mecanismos de designación de magistrados, al tiempo que buscaba impedir la llegada de Zaffaroni a la Corte.
Su foja de servicios a la causa liberal reconoce un antecedente inmediato. El apadrinamiento de Gisela Candarle, asesora de la vicepresidencia del Banco Ciudad y jefa del Departamento de Investigaciones de la Fundación Bicentenario, como candidata al Consejo de la Magistratura porteño por la lista Cambio Pluralista en las elecciones del Colegio Público de Abogados de la Ciudad. Una alianza entre la UCR y el PRO que encabezó el radical Javier Concepción, y que derrotó al kirchnerista Jorge Rizzo.

Sus vínculos internacionales. Si las afinidades políticas de Curutchet saltan a la vista, menos conocidas son sus relaciones profesionales con la banca internacional y con varias empresas extranjeras. Hijo de Julio Curutchet -socio fundador del estudio que comparte con Carlos Odriozola en el décimo piso de la avenida Leandro Alem al 900-, el número dos del Banco Ciudad se desempeñó como asesor legal del Bank of America Internacional Investment Corporation entre 1985 y 2005, filial de la corporación dedicada a “orientar” a inversores privados de alto poder adquisitivo.
Menos distinguido, aunque no menos lucrativo, fue el trabajo que, en calidad de apoderado, desarrolló para The First National Bank of Boston recuperando, por vía judicial, créditos otorgados por el banco estadounidense. Sus antecedentes también registran servicios como abogado, director y sindico en un sinnúmero de empresas como la sueca Scania, la cerealera Bunge, la productora de tanino Indunor y la farmacéutica Roche, entre otras.
Quienes conocen el sector aseguran que el elegido por Macri para secundar a Sturzenegger hizo –desde el estudio Curutchet & Odriozola- un training intensivo en “desguace del Estado” durante en los años noventa representado judicial y extrajudicialmente a inversores que adquirieron a precio de remate puertos, ferrocarriles, elevadores de cereales y centrales de energía, entre otros activos. Su infatigable fe en el actual jefe de Gobierno porteño le valieron como recompensa la vicepresidencia del Banco Ciudad, cargo que mantendrá hasta el 2012, de no mediar algún infortunio derivado de la denuncia penal que lo tiene como protagonista.

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2 comentarios de “Master en desguace del Estado

  1. Pingback: Maniobras ilícitas en la administración del Banco Ciudad | El Sindical.com.ar

  2. Que increíble !!
    Después de haber quedado en la lona, luego del 2001, el país no puede liberarse de esta plaga que se cuela por los intersticios de la Democracia !!

    Toda una gavilla liberal que amparada en la libertad, pudieron introducir las cadenas de los monopolios a la mayoría del pueblo trabajador.

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