Las barras y los «negocios extras»

detienen-barras-de-independienteEl enfrentamiento entre las barras de Dock Sud y San Telmo, tuvieron repercusión nacional por los dos muertos, ya que de lo contrario, solo se hubiese comentado el incidente como uno más entre tantos de los que se registran en los estadios de fútbol y sus alrededores, sea entre barras de distintos clubes o sectores diferentes de un mismo club, la violencia es la misma.

Ya en tiempos de cuando el abogado Bergés era juez de instrucción la investigación sobre los negocios de la barra de Boca eran el botón de muestra, de los «negocios» de los muchachos de la barra, y las muertes y enfrentamientos entre los sectores de River terminaron por confirmar que se mueve mucho dinero, drogas, robos, extorsiones, reventa de entradas, patota política, prostitución, toma de propiedades, culata de algún político, el rubro es muy amplio.

El presidente del club San Telmo, Fernando Leiró, fue muy concreto a la hora de dar declaraciones sobre los graves hechos ocurridos en el que murieran dos hinchas de su club, aseguró que lo que pasó no fue un enfrentamiento entre barras de un club, los que vinieron de Dock Sud, no son hinchas o barras, son criminales y quienes viven así, son criminales siempre, no trabajan, es gente que vive del delito.

Con esto, dejó más en evidencia lo que desde El Sindical venimos denunciando y advirtiendo, que existe una connivencia importante entre algunos barras y funcionarios de la gestión.

El secretario de seguridad de la Nación Sergio Berni, fue muy directo al decir que » No es sólo una cuestión de pasión por un deporte sino que hay muchos negocios detras de las barras, y hay muchos dirigentes que no se pueden hacer los distraídos y saben de lo que estoy hablando»,  le faltó agregar que los políticos también lo saben, muchos de los violentos que suelen moverse por Avellaneda en moto, y ellos mismos se jactan de asegurar que si los demoran por falta de papeles, van a la secretaría de gobierno del municipio y se llevan la moto.

Esa misma línea directa con la secretaría más fuerte del municipio, les permite también a algunos de estos habilitar negocios que sin llegar a reunir todos los requisitos funcionan muy bien, algunos incluso en la vía pública y a la vista de todos.

Cuando ocurren estas tragedias, los políticos con su demagogia a flor de piel suelen salir a expresar su dolor a las familias y pedir que termine la violencia, pero son ellos mismos los que «financian y protegen» a esta gente, y no son solo los políticos del oficialismo, los de los otros espacios también tienen a sus «muchachos del tablón».

Los últimos enfrentamientos entre la interna de la barra de Quilmes también fueron muy violentos, con muertos y a pesar de eso, y de que existe una fuerte vinculación del senador Aníbal Fernández, casi no se difundieron los hechos y pocos medios investigaron qué intereses mueven a enfrentamientos tan sangrientos.

El club Independiente, tuvo un intento sin éxito de alejar a los barras y sus negocios del club, Cantero siempre estuvo solo, se equivoco en muchas decisiones y finalmente vencido aflojó en su cruzada, con la llegada de Hugo Moyano al club, volvieron las «viejas caras» y los muchachos salen muy contentos del club, han comenzado a gastar nuevamente, algunos han sumado cadenas de oro, y parece que todos por el momento conviven, pero con esto seguramente el hincha y el fútbol, vuelven a perder ante los violentos y delincuentes.

En Avellaneda, incluso hubo barras que cobraron por la propia Defensoría del Pueblo, será por eso que se niegan a informar cuántos empleados cobran por esa dependencia, qué tareas desarrollan y los horarios que cumplen. Algunos barras de los clubes locales son fácilmente visibles en los actos políticos, otros van al HCD de Avellaneda, allí el concejal Héctor Villagra fomenta las culatas, y él mejor que nadie conoce a muchos barras por sus vínculos comerciales como representante de jugadores.

Será cuestión de dejarse de ser tan hipócritas y empezar a soltarles la mano a estos muchachitos que viven del delito.

 

 

Por Marcelo Ricardo Hawrylciw

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