Imprudencia criminal y los «accidentes» de tránsito.

imprudente-en-AvellanedaUno ve a diario las crónicas periodísticas y no deja de asombrarse respecto de la poca efectividad de las campañas de prevención de accidentes automovilísticos. El Estado invierte en difusión y hasta amenaza con nuevas sanciones, pero todo es inútil si no existe un compromiso general de hacer respetar la Ley.

Para cualquiera de nosotros, que se detenga a observar por unos minutos el tránsito, no es una novedad, que minuto a minuto y segundo a segundo, se podrá observar a alguien infringiendo una norma de tránsito, hay de todos los tenores, los que no usan el cinturón de seguridad, los que hablan por celular, los que envían mensajes de texto, los que utilizan auriculares mientras conducen escuchando música, los que circulen de forma imprudente, los colectiveros que fuman, los colectiveros que hablan por celular y envían mensajes, los transportistas que se abstraen del mundo, los patrulleros que menera injustificada no respetan las normas de tránsito que deberían hacer cumplir y un infinito de posibilidades.

En esto que parecería cotidiano y practicamente imposible de erradicar, existe la falta de compromiso del Estado en hacer cumplir debidamente las normas, y por otro lado la falta de compromiso de una sociedad, que se espanta ante las tragedias, pero que poco hace por evitarlas.

De casi nada sirven las campañas, las ONG, los gastos en publicidad que se realicen, si luego las personas, al desplazarse por las calles lo hacen de la forma en que les venga en gana.

Hace menos de una semana, tuve que ser testigo accidental de un accidente ocurrido en la Av.Garay entre Lima y Hornos, allí, un hombre mayor, cruzó la avenida por la mitad en lugar de hacerlo por la senda peatonal y fue embestido por una moto, si bien la misma no circulaba a velocidad, sufrió varios golpes y algunos cortes, la imprudencia sumada a un estado alcohólico del señor, podrían haber concluído en un hecho mucho más grave.

Esto quiere decir, que las normas no solo deben ser respetadas por quienes conducen un vehículo sin importar de cual se trate, sino que todos debemos ser respetuosos de la ley, de sus normas y de aquellos consejos que evitan accidentes.

Este es otro punto que por alguna razón, los argentinos por una cuestión inexplicable y de la que se han referido ya algunos sociólogos, tiene una conducta negadora respecto de llamar a algunos actos voluntarios y permisivos, accidentes. Y esto es importante destacarlo, porque no es correcto decir que quien circula a más de 120 kilómetros por hora, se sube a una vereda o arrolla a una persona, ha cometido con accidente, ya que su conducta peligrosa aumenta el riesgo «natural» de un accidente fortuito o impredecible.

Tanto el gobierno nacional, como los gobiernos de la ciudad y la provincia de Buenos Aires, han en estos últimos meses agravado las saciones para los infractores, pero los resultados no son evidentes y lejos están las estadísticas de demostrarnos que las mismas han sido efectivas.

Por un lado, las policías no cumplen sus trabajos de prevención e infraccionamiento como se debe, en la Capital Federal, se ven innumerables infractores en las narices mismas de efectivos policiales que parecerían estar en otra cosa. En la provincia de Buenos Aires, la facultad delegada de policía de tránsito en los inspectores municipales o «zorros» es aún peor.

Pero lo más dañino y grave, es la conducta del ciudadano que debería respectar la Ley no solo por el temor a la sanción, sino también por el respeto a la vida ajena y propia. Es increíble como algunos padres de forma imprudente y hasta en algunos casos criminal exponen a sus hijos a padecer las consecuencias de un siniestro.

Para concluír, a veces una imágen dice más que mil palabras, y esta imágen que acompaña esta editorial, fue tomada el día sábado 12 de septiembre, en la localidad de Wilde, partido de Avellaneda, a las 15:35 hs., en la misma se puede apreciar a una familia, circulando en una moto en la que ninguno lleva casco, pero lo más grave es que circulan con dos criaturas muy pequeñas, en medio de una de las avenmidas más transitadas como lo es la avenida Mitre.

Esta conducta negligente, es además un grave daño a la educación de los niños, la formación de una persona depende de  los institutos escolares, pero la educación es un tema que se aprende en la familia. Poco podemos esperar de quienes se crían viendo como es algo habitual y cotidiano no respetar las normas mínimas, esto puede parecer algo menor, pero deberíamos plantearnos porque en otros países con distintas culturas respecto al respeto de las normas que se mama en el seno familiar, los resultados son distintos.

 

Por Marcelo Ricardo Hawrylciw

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