Despedidas y reclamos de justicia por la muerte de Agustín Sartori

Los restos de Agustín Sartori serán inhumados en el cementerio porteño del barrio de La Recoleta, luego de que se decidiera no realizar una ceremonia fúnebre. La decisión se produjo en momentos en que la familia no sale de la consternación por la muerte absurda que sufrió anteanoche en el barrio porteño de Las Cañitas.
 
La muerte de «Coco», como lo llamaban sus más íntimos, sacudió a la comunidad educativa del colegio Dámaso Centeno, al mundo del rugby y al del Ejército, debido a que su padre es un conocido militar, que llegó a ser jefe de la custodia de la Quinta de Olivos.
 
Tan dolorosa fue la situación de su muerte, que muchos familiares de compañeros de la víctima salieron ayer mismo a pedir justicia y a exigir que los dos motochorros responsables de la muerte no salgan en libertad, debido a que pesa sobre ellos un delito menor excarcelable.
 
Un sueño trunco
Agustín Sartori, el joven de 18 años que murió tras ser atropellado por motochorros, había sido preseleccionado para integrar el combinado nacional de rugby juvenil «Los Pumitas».

Según contó Francisco, amigo de la víctima, Agustín practicaba rugby desde chico y era muy querido tanto en el colegio como en el club donde jugaba en tercera línea, el Centro Naval.
 
«Jugaba al rugby con nosotros y estaba preseleccionado para Los Pumitas, como jugador su sueño era, como todo chico, llegar a jugar en primera y con sus amigos de la infancia», afirmó el joven.

Agregó que «Agustín tenía toda una vida por delante y era un chico muy bueno, una persona que en un grupo de amigos estaba muy presente, era muy importante».

«Lo vamos a recordar por los buenos momentos que nos hacía pasar y vamos decirle que siempre va a estar, lo que nos dejó no tiene palabras», dijo el amigo.

Carta de su entrenador

Horacio Luis, entrenador de rugby de Agustín Sartori, muerto ayer por dos motochorros que huían de un robo, escribió una conmovedora carta de despedida:

«Hijo mío, así lo llamaba yo, quién soy yo, Horacio su educador y/o entrenador de rugby. Cualquier calificativo que utilice es poco para referirnos a Agustín Sartori, «Coquito».

El club es una gran familia y nos mataron un hijo. Para aquellos que perdieron un hijo deben entender el dolor que sentimos, pero más que dolor es la impotencia, la angustia y la desesperación de haber perdido una persona de la talla de «Coco».

Para que sepan, el rugby argentino es una gran familia y sobre todo nuestro club. Nosotros no somos entrenadores sino que somos educadores de este deporte y nos preparamos para transmitir y enseñar la filosofía del rugby.

El Centro Naval es una familia donde todos somos uno, «Coco» era más que uno, un hijo fantástico, un hermano como todos nos gustaría tener, un amigo inimaginable, un deportista imperdible, una persona como él sólo puede estar en el cielo y Dios sabe lo que hace.

Que sepa la sociedad toda que se fue una persona joven con un potencial humano increíblemente increíble, no sé qué podemos decir de estos personajes que hicieron esto, sólo que se haga justicia, pero ni la justicia, ni los años que se le podría dar a esta escoria humana nos devolverán a nuestro hijo, hermano, compañero y amigo «Coquito».

Chau hijo, Dios te bendiga y proteja más que a nosotros, él sabe lo que hace, cuidate. Con todo el dolor del mundo y la impotencia que sentimos, te decimos gracias por haberte conocido, nos vas a hacer mucha falta amigo mío».

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