Constitución:Menores, delitos y falta de trabajo estatal

  A diario, los medios destacan los casos de inseguridad y la llegada tarde de las fuerzas policiales o bien la falta de prevención, incluso desde este medio se han planteado la falta de formación o recursos del personal policial, y señalada como en el caso de la localidad de Gerli, la ola de robos, pero también es necesario destacar que cuando las cosas se hacen bien, suele fallar el ciudadano, ese mismo ciudadano que luego se queja.

Por cuestiones del destino, me encontraba aguardando de más un colectivo que me llevara hasta Palermo, cuando me tocó ser un testigo involuntario de lo que a la distancia parecía ser una familia, una mujer, un hombre y dos menores, sentados y comiendo en las puertas de la calle Hornos 11 de la estación ferroviaria del Roca, más conocida como terminal de trenes Constitución o Plaza.

Me llamó la atención el ademán de los menores que en un momento parecían estar aspirando pegamento, en una bolsa facilitada por la mujer, por lo que prepare la cámara para con el zoom poder determinar realmente que era lo que hacían, en un momento el grupo se encamina hacia la esquina de la calle Brasil y en donde se encuentra el paso peatonal, una joven mujer hablaba por celular, oportunidad que fue aprovechada por uno de los chicos para saltar y sacarle el celular, cuando la mujer intentó correr, fue intimidada por el hombre adulto y la mujer.

Mientras tomaba algunas fotos, llamaba al 911 para denunciar el hecho y aportar las características del grupo, en momentos que una pareja de policías salían a la carrera de la terminal ferroviaria alertados también de lo que estaba pasando, ya que de manera prepotente el grupo había ascendido a un colectivo e intentaban huir. Al ver lo que ocurría, interrumpí la conversación con la operadora del 911, para colaborar con los policía en la identificación de los prófugos, que de paso habían intentado otro arrebato entre los pasajeros y recibieron algunos golpes.

Solo se pudo hallar en el colectivo a la mujer y los dos menores, ya que el hombre había huído a la carrera y luego en un taxi. La mujer repetía que no la toquen porque estaba embarazada y que no había hecho nada, hasta que en un momento le pasa el celular a uno de los menores (el que lo había hurtado) y empuja al otro que tenía un corte y sangre seca en su remera, produciéndole un nuevo sangrado en la cabeza, oportunidad que uso para huir a la carrera, mientras los chicos se aferraban de las piernas de los policías.

Ante semejante espectáculo, la daminificada se acercó y el menor muy bien adoctrinado en las artes del delito, le extiende su celular y le dice:»tomá loca, dejá de bardear, no ves que nos estás arruinando?», «tomá llevate el celular y tocá de acá», la joven aún temerosa, tomó el celular y no aceptó esperar el arribo del móvil de la comisaría 16 o aportar sus datos, optándo por retirarse rapidamente.

La primera reacción del menor que había cometido el delito  fue amenazar a los policías, «ustedes ahora, no tienen nada, no tienen pruebas porque le devolví el teléfono y no tienen damnificado porque se fue, ratis de mierda, les voy a denunciar, voy a decir que ustedes lastimaron a mi hermano y los voy a cagar», «somos menores, nos van a creer a nosotros, ustedes nos golpearon y a él le partieron la cabeza».

En esos momentos, recordé que hoy era el día nacional de los derechos humanos, y las quejas de quienes consideran que existe un abuso del uso de los derechos humanos, que ha llevado a que algunos crean que los derechos humanos no son de todos sino de un grupo, recordé que existen marginales que creen que el hecho de estar excluídos o marginados por el Estado que no se ocupa de sus necesidades pueden robar, golpear, drogarse o incluso matar por la excusa de que son marginados.  Veía a esos policías que solo estaban cumpliendo con su trabajo ser insultados, amenazados y hasta pateados por estos menores, que a los gritos intentaban vender una historia falsa, seguramente asesorados por adultos en la forma en que deben reaccionar ante la policía. Pensé también en la damnificada que sin preocuparse en el hecho de que para llevar adelante un proceso, más tratándose de menores se necesita un damnificado, el menor sabía muy bien esto, como sabía que sin un objeto que lo vincule al hecho es poco lo que la policía podría hacer luego.

En este caso, la policía de adicional en la estación ferroviaria y el móvil de la comisaría 16 a cargo de un Suboficial Mayor actuaron bien, con premura, pero la falta de otros testigos y la damnificada para colaborar, terminó con la posibilidad de judicializar el hecho y que estos menores pudieran ser evaluados por una asistente social, una ambulancia del SAME, los derivó para atender al que tenía una lesión en su cabeza.

Consultados algunos de los curiosos que estaban allí y que suelen utilizar los colectivos o el tren, una vez que se retiró la policía decían que los dos menores siempre están ahí, que todos los días hacen cosas parecidas, que el que estaba lastimada ya está así desde hace un par de días, que fue golpeado por otros menores en las peleas que suelen protagonizar cuando están drogados y que si bien a veces la policía los lleva como son menores entran y salen, pero que siempre vuelven al mismo lugar.

Tal vez, sería hora de que el Gobierno de la Ciudad se ocupe de esos menores en situación de calle de una buena vez, porque es cierto que muchos están en los alrededores de la estación, drogándose, delinquiendo, pero también siendo víctimas de mayores que los usan en todos los sentidos.

Cuando ya me retiraba del lugar a solo unos 100 metros, en otra esquina, en Brasil y Bernardo de Yrigoyen, una joven peleaba con dos menores «armados» con dos palos, seguramente que en el barrio de Constitución hay mucho por hacer en materia de seguridad y asistencia social. 

 

 

 

 

 

 

Por Marcelo Ricardo Hawrylciw

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