Desde el 2014, en el Banco Hipotecario se han acentuado varias inquietudes entre los empleados, que tienen que ver con el rumbo del banco y el futuro laboral de todos, porque como si viniera a verte «la parca» lo describen, aparece alguien de recursos humanos con un escribano en tu lugar de trabajo y te despiden.
Consultada una alta fuente del banco, nos reconoce los hechos que por lo bajo se denuncian y ante la pregunta de los motivos para los despidos, no puede precisar exactamente cuáles son, ya que el banco oportunamente recibió una importante suma de dinero en miles de millones de pesos para el plan PROCREAR, y hasta que el mismo se llevara a cabo, ese capital se invirtió lo que le reportó al banco buenos dividendos.
También es muy curiosa la participación del Estado Nacional en el banco, donde es el accionista mayoritario por lo menos en lo visible con más del 60% de las acciones, pero no posee mayoría en el directorio, ni es quien toma las decisiones o el rumbo económico de la institución, algo inexplicable por lo menos en lo tradicional de quien posee la mayor parte de las acciones.
Entre algunos de los datos curiosos, el banco en su momento compró la empresa Tarshop, administradora de Tarjeta Shopping, una empresa casi en la quiebra, que suele otorgarse sin muchos trámites en los shopping de los cuales el Grupo IRSA controla, en una suma millonaria, de la que no se podrá recuperar la gran deuda pasiva que poseía la empresa y por la que el Banco Hipotecario mes a mes tiene una pérdida que ronda los 50 millones de pesos.
Llama la atención, una vez más que el socio mayoritario que es el Estado, permita que exista una pérdida de estos montos, lo que hagan los accionistas de capitales privados es una cuestión de ellos y en todo caso, también el Estado debería investigar que no se estén realizando actividades que puedan ser indicadores de lo que se denomina vulgarmente lavado de dinero.
Se dice que el banco intenta llevar adelante un plan de despidos de empleados que ronda los 300, es decir un 20% de su planta permanente, sin causa real, ya que como mencionamos antes, económicamente las pérdidas han sido por inversiones no muy claras del banco, que además incluyeron en el caso de Tarshop, el pase de empleados del banco a la empresa. Se dice que el Grupo IRSA, está destinando mucha ayuda a la empresa con recursos del banco, para cerrar un acuerdo con VISA y levantar lo que hoy es Tarshop.
A las irregularidades que son de público conocimiento que se endilgan al banco y especialmente al titular del mismo y accionista mayoritario del Grupo IRSA Eduardo Elsztain, un aliado del gobierno en cuestiones económicas, las crónicas policiales y judiciales han vinculado a varios funcionarios nacionales en dudosas maniobras realizadas desde el Banco Hipotecario, lo que en algunos casos motivo allanamientos incluso a la Casa Matriz en Reconquista al 100.
La única explicación sobre la pasividad del Estado ante el manejo del banco por parte del gerenciador Grupo IRSA, es que con el PROCREAR, se creo dentro del banco una oficina que maneja todo lo referente al plan y que la llenaron de militantes de La Cámpora en lugar de empleados del banco de carrera, lo que ha dado lugar según nuestra fuente, a un manejo político del plan, donde son constantes los llamados de gobernadores pero más de intendentes que buscan «acomodar» algún compañero.
La investigación periodística recién comienza, esperamos que los despidos sea un tema a revisar, que La Bancaria tome cartas en el asunto ante la extraña pasividad del delegado del banco Edgardo Fornero, que además integra el directorio, y que curiosamente a pasado de tener un rol activo años antes, a no hacer nada ante los despidos. Fornero ya oportunamente fue uno de los directivos del banco que tuvo que salir a dar explicaciones a la prensa, respecto a una cartera que le regaló a la ex ministra de economía Felisa Miceli, donde aseguró que él la cartera se la regaló vacía, despegándose del paquete de dinero hallado en el despacho de la funcionaria y que le costara a esta su cargo y el proceso judicial en su contra.
Por Marcelo Ricardo Hawrylciw
