Avellaneda:Dos mujeres quedaron en la calle tras el incendio de su casa

encadenada-AvellanedaTriste historia en Avellaneda. Una mujer de 75 años optó por atarse con cadenas a las rejas de la puerta de la vivienda en la que habita con una amiga y la cual se incendió hace casi una semana. Ambas piden ayuda desesperadamente: «No tenemos dónde ir. Estamos en manos de Dios», sostuvieron.

Estamos a la deriva, en manos de Dios”, alcanza a pronunciar entre sollozos y lágrimas Marta Rosenberg (58), una mujer que acaba de perder todo a raíz del incendio que sufrió la vivienda que habitaba con una amiga en el partido de Avellaneda. Por eso, Hilda Varela (75) decidió encadenarse a la puerta de la casa en reclamo de ayuda, ya que es la única manera en que las dos puedan sobrevivir. Solo apelan a su fe y a la solidaridad de los vecinos que hasta ahora han colaborado acercándoles alimentos y bebidas.

El inmueble de la calle Zeballos 1690, que las alberga desde hace más de 4 años, fue consumido por voraces llamas que arrasaron con todo: documentación, ahorros, electrodomésticos. El incendio, que tuvo lugar el sábado pasado, se habría desatado por un cortocircuito eléctrico cuando ellas estaban en el hospital por ser sometidas a estudios médicos. “Nos llamaron para avisarnos que la casa había explotado”, recuerda con dolor Hilda el llamado de un vecino mientras los bomberos extinguían el fuego. Las mujeres se encuentran desde entonces desesperadas, encerradas en un pequeño reducto de la cocina, agobiadas por un intenso olor a humo y rodeadas por restos de ollín y cosas incineradas.

La crítica situación llevó a Hilda a tomar la decisión de atarse con cadenas a las rejas de la propiedad, en verdad, de lo que todavía continúa en pie. Ningún vecino ni amigo la puede convencer; temen por su frágil estado de salud y por el ataque de nervios que se agrava con los minutos. “Estamos sin agua, ni remedios ni un centavo. La destrucción fue total, perdimos todo. Apelamos a que la gente solidaria nos de una mano”, agrega con esperanza Marta, a quien la desvela cómo harán para recomponerse y donde pasarán las noches, porque su hogar está “en ruinas” y no apto para ser habitado. Pero ellas hoy no tienen alternativa.

El panorama no podría ser más dramático y preocupante para las amigas. La vivienda que habitan es en realidad propiedad de un familiar de Hilda, quien se la había cedido hace varios años por un acuerdo informal. Sin embargo este señor, del que prefieren no brindar más detalles por el momento, ya las intimó a que desalojen el lugar. “No tenemos dónde ir”, repiten resignadas. Se aferran a la fe divina y creen en un milagro que las ayude.

En 2012, Marta afirmó que una imagen de la Virgen del Rosario de San Nicolás que tenía ubicada en un altar de la vivienda había derramado lágrimas de sangre en más de una oportunidad. La mujer también sostuvo que ella y su compañera recibían mensajes de Jesucristo desde hacía tiempo. Ahora más que nunca se sostienen en la religión para no perder las esperanzas.

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Fuente: Diario Crónica

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