Avellaneda: Una ganga vendieron el «elefante blanco» en la mitad del precio base US$10.050.000

Tras el fracaso de dos subastas, este jueves hubo una oferta por la mole de la avenida Yrigoyen.

El complejo Estrella del Sur encontró este jueves nuevo dueño. El edificio sin terminar, de casi mil departamentos, en la avenida Hipólito Yrigoyen al 550, había pasado sin éxito por dos remates anteriores (el 23 de abril y el 28 de mayo).

En el recinto de la subasta había siete personas que acreditaban tener los fondos necesarios para solventar la compra. La segunda oferta, de US$ 10.050.000, fue la que logró quedarse con el complejo. La base había sido de US$8,5 millones.

La venta se concretó a casi la mitad de los US$ 20 millones con los que se había arrancado en abril, cuando nadie se interesó por comprar el edificio que está a medio hacer.

El monto ganador fue propuesto por un grupo de empresarios locales, uno de ellos llamado Carlos Alberto Dayan.

Ahora queda la instancia formal en la que el juez de la liquidación, Diego Hernán Papa, acepte la venta. Pero fuentes cercanas a la subasta lo dan por hecho. La aprobación ocurriría luego de la feria judicial, que concluye el 2 de agosto.

La construcción comenzó en 2010 por medio de un fideicomiso. En él intervenían, por un lado, Bapro Mandatos y Negocios, Círculo Inmobiliario Emprendimientos y Bainter. Por el otro, los adherentes: particulares que mes a mes pagaron una cuota para ser propietario de las unidades. En 2014 se frenó la obra y en 2017 se pidió su liquidación judicial.

El complejo tiene cuatro torres de 27 pisos. Son en total 900 departamentos de dos a cuatro ambientes, 24 dúplex y 718 cocheras. En promedio, los departamentos podrían ser vendidos a US$ 110.000 por unidad. Un precio muy competitivo. Hoy el edificio genera gastos por $700.000 mensuales sólo en seguridad.

Parte de lo generado por el remate se repartirá entre los adherentes, que son los grandes perjudicados ya que en muchos casos pagaron el 100% de las unidades y ahora recibirían mucho menos.

Por ejemplo, con el precio de la venta quedarían para distribuir cerca de US$ 8 millones, «contra los 15,5 millones que le debe el fideicomiso a sus acreedores», dijo uno de los que apostó al complejo desde el pozo. Ante la consulta sobre si esperaban recuperar pronto aunque sea parte de lo invertido, el mismo fiduciario se limitó a decir: «Ojalá».

Sobre el por qué de los fracasos anteriores, uno de los martilleros, Matías González del Castillo, estimó que si bien para «un negocio de US$ 100 millones las bases eran bajas, hay que tener en cuenta que hace poco tiempo había incertidumbre con el valor de dólar. Además, creo que hubo una especulación a la espera de que saliera a remate sin base».

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