Una nueva denuncia involucra a la Policía Local de Avellaneda, mientras desde El Sindical seguimos esperando una respuesta respecto a la falta de patrullaje nocturno, ya que hemos comprobado que durante la noche y madrugada, los destacamentos tienen los móviles estacionados y los efectivos descasan.
Donde parece no pierden el tiempo, es en la actividad para intimidar y molestar a los vecinos, decimos molestar porque intervenciones como estas que se denuncian, no tienen nada que ver con seguridad y el cuidado de los vecinos y sus propiedades. En Gerli, desde que los vecinos pitaron mensajes contra la concejal Maia Lata, cada vez que las cámaras de seguridad del Centro de Monitoreo detectan a un vecinos cerca de una pared, por las dudas desplazan a la policía.
Lo ridículo de estas acciones que dejan muy mal parada a la gestión de Ferraresi, que en un municipio supuestamente progresista, mandarle la policía es muy facho, más cuando la misma policía «custodia» a los «militantes» en las pintadas en el mismo lugar que le prohíben a los vecinos.
Poco les importa al parecer las denuncias que ya han realizado en la Auditoría de Asuntos Internos e incluso en la justicia federal los vecinos, porque todo sigue igual.
Debería la subsecretaría de seguridad del municipio, el secretario de Gobierno y Seguridad Pablo Vera, el intendente o el Jefe de la Policía Local Comisario Inspector Manuel Oscar Canosa, quien al parecer no controla ni explica a sus subalternos cuales son sus funciones.
Una vergüenza el policía masculino que se ve en el video, ¿alguien vio a un policía dirigirse a un ciudadano con las manos en los bolsillos?, los efectivos policiales usan UNIFORME, deberían enseñarles además de respeto, lo que significa el UNIFORME, está es la policía de Scioli?. Alguien les debería explicar que cualquiera puede filmar en la calle, por algo se llama vía público, por algo ellos son funcionarios públicos, es decir, si se dedicaran a trabajar bien, que los filmen sería para estar orgullosos, pero así muchachos lo de ustedes es patético.
Por Marcelo Ricardo Hawrylciw
