La suba de los costos en el mercado y la pérdida de nivel adquisitivo de los consumidores afectan al sector alimenticio.
A mediados de noviembre, todo parece indicar que el año 2016 culminará con números negativos para la industria de los alimentos y las bebidas, tanto a nivel de producción como de consumo. La caída del salario y el alza generalizada de los precios han tenido gran impacto en el bolsillo de los consumidores, dejando planteado un complejo escenario complejo para el sector en general.
Según un alto ejecutivo de una compañía líder en el mercado alimenticio, “No vemos la hora que termine 2016”, estimando que la caída de ventas estará oscilando este año entre 3% y 5% respecto de 2015, por “un consumo que está amesetado en un nivel bajo” que, además, “tiene efectos en la rentabilidad”. De todos modos, hay expectativas positivas de cara al año 2016 con una gran posibilidad de reactivación debido al posible crecimiento de la demanda.
Según datos de la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (Copal), en el período enero-agosto la producción en volumen retrocedió 3,7% en comparación con el mismo período de 2015, pero baja hasta -4,8% si se deja de lado el rubro aceites vegetales, clave en esta industria. “El 70% de los sectores representados en la industria de alimentos y bebidas mostraron caídas” en lo que va del año, señala la entidad.
Daniel Funes de Rioja, titular de Copal, asegura que el sector “llegó a exportar en 2011 US$30.000 millones y hoy está en algo más de US$25.000, pero la influencia de pellets es muy grande”. El ejecutivo destaca que comparten las medidas macroeconómicas que aplicó el Gobierno pero destaca que “nos queda el desafío de la competitividad, que no es un tema del tipo de cambio sino un problema sistémico”; tras lo cual también explicó que la agenda de trabajo incluye la restricción fiscal, producto de la acumulación de impuestos nacionales, provinciales y municipales, del problema energético y la logística interna dado que “el traslado dentro del país triplica a quintuplica el costo internacional”.
Un informe de la consultora Abeceb afirma por su lado que el 2015 finalizará con una caída pronunciada del 7,7% en el consumo de bebidas, pero que en cambio 2017 “exhibirá una recuperación del 4,1% en la cantidad de litros vendidos de gaseosas, cervezas y vinos”.
Se salvan el sector porcino, aunque ya empieza a impactar el ingreso de cortes importados, la industria azucarera y los limones.
Joaquín Ottogalli, analista de Abeceb, afirma que “la caída de la demanda se enmarca en un contexto macroeconómico con caída del salario real”. Y añade que “ante la recuperación de la demanda, se espera que los productores puedan recomponer un poco sus márgenes de rentabilidad, cosa que no pudieron hacer este año”.
Según el Indec, en octubre de 2016 los precios de alimentos y bebidas se incrementaron un 1,5% respecto del mismo mes del año anterior; realidad comprobada por los consumidores.
El relevamiento de precios que realiza Consumidores Libres indica para el mes de octubre que el listado de 38 productos seleccionados arrojó un aumento de precios del 1,44% comparado con septiembre y un acumulado de 32,62% en los primeros diez meses del año. “Hay una disminución del consumo de carne vacuna en lo que va de 2016 por los aumentos y un incremento del consumo de polenta y harinas, artículos más baratos”, destaca Héctor Polino, titular de la entidad.
Por su parte, Daniel Cetrán, director Comercial de CCR Latinoamérica, indica que las ventas en octubre “fueron bastante flojas” y de acá hasta fin de año las cifras seguirán bajas. Consultado sobre las razones de este comportamiento, comenta que “el principal problema es el descalce entre salarios y precios”, con ingresos que crecieron 10% menos que la inflación, y agregó que hoy predomina “un consumidor muy cauto y racional, lo menos impulsivo posible”.
