35% de los chicos de entre 8 y 12 años reconoce que bebe alcohol regularmente

Mejora el rendimiento sexual, les quita estrés, los vuelve más seguros. Esto creen los chicos y adolescentes que habitualmente ingieren alcohol. Pero la realidad es bien distinta, porque el uso y abuso del alcohol es una de las primeras causas de morbilidad y mortalidad, es un factor de riesgo para el desarrollo de enfermedades, es un puente directo hacia otras drogas y genera gravísimas deterioros mentales, entre otras consecuencias. Así lo sostiene un reciente estudio académico, donde se destaca un dato alarmante: alrededor del 35% de los niños de entre 8 y 12 años reconoció tomar con frecuencia, desde algunas veces por año hasta dos o tres veces por mes.

Se trata de un trabajo de investigación denominado “Diferencias en el uso del alcohol en función de las expectativas hacia el alcohol de niños y adolescentes”, elaborado por los especialistas Angelina Pilatti, Juan Carlos Godoy y Silvina Brussino, de los laboratorios de Psicología y Psicología Cognitiva de Universidad Nacional de Córdoba, en conjunto con el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), y publicado días pasados.

Del relevamiento participaron 270 adolescentes (56% mujeres) entre los 13 y 18 años y 209 niños (52% mujeres) con edades entre 8 a 12 años, asistentes a colegios secundarios públicos y privados.

Sin chicos abstemios

En torno a los detalles del trabajo académico, al que tuvo acceso DIARIO POPULAR, los expertos que intervinieron sostienen que ya casi “no quedan chicos abstemios puros”. Asimismo, trazan un mensaje de características urgentes, asegurando que “la problemática del alcohol es subestimada por la sociedad”. “Los adolescentes son el grupo evolutivo que presentan mayores probabilidades de presentar uso y abuso de alcohol. Este elevado riesgo de consumo coincide con el momento de mayor transición en la vida de los niños, de allí la necesidad de investigar el tema”, explicó Juan Carlos Godoy, del grupo de investigación, que también tuvo aportes de la Secretaría de Ciencia Tecnología de la UNC (SECYT), el Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Provincia de Córdoba (MINCYT), y el Fondo para la Investigación Científica y Tecnológica (FONCYT).

En el informe, también se indica que “Argentina presenta un alto índice de consumo de alcohol y poca tradición en la evaluación de las consecuencias físicas, neurocognitivas, sociales y económicas asociadas con el uso y abuso del mismo”. A esto, “debe agregarse que ha disminuido la edad en la que la población argentina se inicia en el consumo del alcohol, particularmente la población en riesgo”.

“Además, el uso y abuso de alcohol se asocian con la disminución de todas las actividades no relacionadas con el alcohol. Por ejemplo, incrementando el ausentismo escolar y/o laboral; con una marcada incidencia de trastornos mentales y con el desarrollo de importantes deterioros cognitivos (sobre la memoria y aprendizaje espacial, la memoria declarativa y de corto plazo, entre otros). Asimismo, los jóvenes que de manera temprana comienzan a experimentar con el alcohol representan el grupo con mayor riesgo a desarrollar adicción crónica al alcohol o a otras drogas”, asevera el estudio.

Ingestas masivas

En el trabajo efectuado, los facultativos sostienen que “el consumo típico de alcohol de los adolescentes se caracteriza por ser de una baja frecuencia pero de una elevada cantidad”. Así, “a esta modalidad de consumo denominada binge o consumo intensivo, se asocia a la aparición de todo un conjunto de otros problemas derivados: dificultades escolares, disfuncionalidad familiar, problemas neuropsicológicos y cambios neurobiológicos”.

“Por ejemplo, numerosos estudios han identificado un patrón de daño neuropsicológico de leve a moderado en personas adultas con historia de consumo abusivo de alcohol que, en algunos casos, se puede rastrear hasta la adolescencia. En adolescentes, específicamente, los deterioros han sido consistentemente observados en el funcionamiento ejecutivo, las habilidades visoespaciales, la velocidad psicomotora, y en tareas de balance, entre otras. El consumo de alcohol durante la adolescencia también se relaciona con la práctica de otras conductas de riesgo tales como el uso de otras drogas, la conducción de vehículos bajo los efectos del alcohol, las relaciones sexuales sin protección contra el embarazo y enfermedades de transmisión sexual, y los comportamientos agresivos, entre otras”, manifiesta el informe.

Por ello, afirman los expertos, “la importancia de estudiar aquellos factores que se relacionan con el consumo de alcohol adolescente se centra en la posibilidad de encontrar un modo de disminuir los patrones de uso y abuso de alcohol. Los adolescentes son el grupo evolutivo que presentan mayor probabilidades de presentar uso y abuso de alcohol. Este elevado riesgo de consumo de drogas coincide con el momento de mayor transición en la vida de los niños. Mientras los niños transitan la adolescencia, enfrentan no solo un aumento en los desafíos sociales, emocionales, educacionales, sino también un mayor acceso a las sustancias adictivas. La exposición a las drogas de abuso en estos estadios del desarrollo puede elevar la vulnerabilidad de los niños y de los adolescentes a los efectos de las drogas, e impactar perjudicialmente en el desarrollo del cerebro”.

Por MAXIMILIANO F. MONTENEGRO

Fuente: Diario Popular

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